25 abril 2024

La película ‘La lapidación de San Etienne’ pareció convertirse en una de las favoritas pero al final se fue de manos vacías. Planteada con el objetivo de plasmar una realidad a la que a nadie le gusta mirar de frente y que es un tanto tabú en la sociedad, el filme es una obra lenta y exquisita, que transcurre prácticamente en un único escenario y con un único protagonista que copa -sólo la mayor parte del metraje- casi todas las escenas. En trabajo recae en las manos del actor Lou Castel, quien encarna con un acierto impecable esa figura de un anciano más encontrado bajo una montaña de basura, que vive sus últimos días completamente abandonado y además sufriendo el rechazo o la incomprensión de todo el mundo que le rodea: desde sus vecinos hasta la asistente social y por supuesto su otra hija, con la que tiene una relación nula, y a la que no reconoce como propia debido a las accidentales perdidas de su otra hija y esposa, cuyos espíritus piensa que aún habitan en el piso en el que vive.
A pesar de que puesto sobre el papel parezca la narración de una persona casi senil, la verdad es que el director nos pone ante el retrato de una persona que acarrea la pena y el dolor de una vida que no le ha sonreído y que tan solo desea pasar los días que le restan solo, sin molestar a nadie, y rodeado de los objetos de su trabajo y recuerdos personales que le ayudan a sobreponerse de un duelo no superado.
Un filme lento y cuidado, con momentos que duelen al espectador, que consigue transmitirnos estos sentimientos de desesperación y desolación que como su protagonista experimentan tantos ancianos abandonados.

GINGER & ROSA

Dirigida por Sally Potter es -viendo la trama general sobre el papel- un drama familiar. Alguna gente lo llamaría vilmente culebrón, somos conscientes, pero preferimos usar este sano eufemismo para encuadrarla, ya que nos pareció una película que se sale de ese tufillo de telefilme de manera sorprendente, dejandonos ademas unos personajes en líneas generales cuidados e interesantes, a destacar por supuesto el papel protagonista de Ginger a cargo de Elle Fanning (por el que se ha llevado el premio de mejor actriz en esta edición) y el rol de su padre Roland, en este caso el ‘malo’ (y esto entre muchas comillas, quizás deberíamos dejarlo en altamente despreocupado) que juega a ser un libertino escritor, profesor, filósofo y vividor, cuya concepción irá cambiando para el espectador a lo largo del filme. Con un arranque esplendido la cinta nos situa en un frío y gris Londres durante la famosa crisis de los misiles que tanta histeria causó en la Guerra Fría, y nos cuenta la historia de dos amigas que lo son desde su nacimiento, Rosa más deshinibida y rebelde y Ginger otra más introvertida y apegada a lo intelectual, quizás por influencia de su padre, admirado por ambas por su rebeldía, carisma, haber estado encarcelado por insumisión en tiempos de guerra y sobretodo huidizo de todo convencionalismo social. Pero como apuntamos esto irá cambiando para el espectador reflejado en el desapego de su semiadulta hija Ginger debido a las acciones de Roland y Rosa, que en vez de enfrentar a su padre y tratar abiertamente sus problemas se encierra en el activismo anti-carrera armamentistica y posible holocausto como valvula de escape hasta que la situación se hace insostenible y revienta por si misma. Una película que juega en el campo de los personajes y los dialogos y consigue destacar en él.

LA CINQUIÈME SAISON (la quinta estación)

Momento de repasar una de las propuestas más destacables de esta 57 edición, la película de Peter Brosens y Jessica Woodworth titulada ‘La quinta estación’, que debería de haber sido la gran ganadora de esta edición, aunque no ha dejado de ser recompensada con unos merecidos premio especial del Jurado, premio del Jurado Joven y el de la crítica internacional (FIPRESCI).
Avisamos de primeras que este filme no es para todo el mundo: la película roza lo experimental, tiene un ritmo lento propio del cine oriental, carece practicamente de dialogos, tiene una gran carga poética en todos sus planos (increiblemente maravillosa la fotografía y la colorimetria gris y apagada de naturaleza muerta) y parte de un planteamiento apocaliptico, que bien puede ser el argumento que tocaba contar en esta fabula (ya que con esta sus creadores cierran una trilogía sobre la relación del hombre con la naturaleza) o quiere tener relación con estos tiempos tan turbios en el que parece que muchas cosas han dejado de funcionar como debían.
En esta quinta estación se plantea el fin de los tiempos visto desde una pequeña aldea en la que de repente toda la naturaleza deja de funcionar. Si, todo, desde una gran hoguera que no prende -el simbolico inicio del declive- hasta las vacas que no dan leche o las semillas que planta uno de los afanados agricultores del pueblo sin resultado. Desde el primer vistazo comprobamos que la narración recae plenamente en lo visual, en la capacidad de transmitir de un trabajado ejercicio estetico en el que los planos están estudiados minuciosamente para ser bellos y artisticos, casi pinturas en movimiento, capaces de sorprender y aún así de contar la historia con este lenguaje tan arriesgado con el que consiguen epatar cuando es necesario, incomodar, asquear, y plasmar la soledad, el hastío o la desesperación general en este estudio del comportamiento humano en una pequeña sociedad: cómo cambian las personas ante las situaciones límite, y como pueden ocultarse en ella para cometer actos atroces e injustificables. Una cinta ni mucho menos apta para espectadores avidos de inmediatez, pero que se disfruta incluso más que cualquier otra por el especial cuidado con el que esta realizada y por la tremenda oportunidad de paladear una autentica obra de arte.

LORE

Concluida la Segunda Guerra Mundial, un grupo de niños emprende un viaje hacia el norte a través de un país devastado. Su objetivo es reunirse con su abuela, de la que les separan unos 900 kilómetros. La mayor del grupo, Lore, se ha quedado a cargo de sus cuatro hermanos pequeños una vez que sus padres, miembros de las SS, han sido puestos a disposición de las fuerzas aliadas. El viaje confrontará a los niños con la realidad y las consecuencias de los actos de sus padres. El contacto con Thomas, un joven refugiado judío de personalidad carismática y misteriosa, provoca en Lore sentimientos contradictorios de odio y deseo que hacen que su mundo se tambalee. En primer término la invade el miedo que le inspira aquel joven, pero a fin de sobrevivir no le queda más remedio que confiar en quien siempre le enseñaron que era su enemigo.

A pesar de la originalidad del planteamiento inicial, intentando no ser otra película más sobre guerra y nazis, y cambiando el foco de la narración al lado no-aliado, falla la ejecución. Nos encontramos ante una película dura por momentos, que deja entrever una pretenciosidad y arrogancias bastante molestas. Y a la conclusión se nos muestra como una película vacía, que no nos aporta nada.

Buenas interpretaciones de los niños protagonistas que no logran levantar un guion un poco infantil con unos pobres personajes. Con todo y con eso, la directora australiana Cate Shortland fue merecedora, según el criterio del Jurado Internacional, del premio ‘Pilar Miró’ al Mejor nuevo Director.

LA VIDA PRECOZ Y BREVE DE SABINA RIVAS

La vida de Sabina transcurre en la frontera de México y Guatemala. A sus 16 años, sueña con escapar a los Estados Unidos y convertirse en una gran cantante. Pero mientras tanto, trabaja para doña Lita, la dueña del prostíbulo Tijuanita. Allí canta, baila, se desnuda y hace lo que sea necesario para llegar a hacer realidad sus fantasías. Su ingenuidad adolescente se va quebrando poco a poco por culpa del entorno que le cobija: inmigración ilegal, corrupción, prostitución, violencia y montones de promesas incumplidas..

Basada en el libro “La Mara”, de Rafael Ramírez Heredia, la película no se centra en estas pandillas criminales de tatuados, aunque sí son una parte importante de la trama. Luis Mandoki prefiere seguir con su cámara a la joven Sabina Rivas. Greisy Mena, la actriz que le da vida, ilumina el metraje con una interpretación soberbia. En una combinación perfecta de mirada y sonrisa (o no-sonrisa, según el caso), consigue desplegar un amplio abanico de matices adecuados para cada una de sus apariciones. Merecido premio a Mejor Actriz, compartido con la jovencísima protagonista de Ginger & Rosa, Elle Fanning.

Denuncia social sin concesiones para una película dura y violenta, que intenta reflejar la triste situación que viven algunas poblaciones centroamericanas. En algunos momentos se vuelve algo tópica y pierde interés, pero cuenta con unas interpretaciones brillantes a tener muy en cuenta.