25 abril 2024

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Dentro del ciclo estival de conciertos de Las Noches de San Benito tuvo lugar el pasado 3 de Julio la actuación de Luz Casal, presentando su nuevo trabajo Almas Gemelas, en un día desapacible de lluvia y bajas temperaturas que, sin embargo, no consiguieron disuadir a un público vallisoletano, cuya media de edad sobrepasaba de largo los 40, a llenar por completo el espectacular patio descubierto del recinto y disfrutar durante casi dos horas de un recital de calidad exquisita en lo musical y de poderío vocal a cargo de una intérprete a la que su lucha por vencer la enfermedad no ha mellado sus facultades vocales sino que además ha producido que en el dramatismo con el que se enfrenta a determinadas composiciones haga subir de manera exponencial la carga emocional.

Respaldada por un quinteto musical discreto en las formas Luz dividió el concierto en tres partes diferentes, que coincidieron con sus cambios de vestuario. De esta manera empezó pausada y centrada en sus últimas composiciones, más cercanas al bolero y a la “música ligera”, desde la acústica y contenida Ella y Yo  al dramático desengaño de No Me Cuentes Tu Vida, que mantuvieron al público atento y centrado en un respetuoso y teatral silencio que se rompía cuando acudía a su cancionero más popular como Entre Mis Recuerdos, que emocionó a la vocalista o No Me Importa Nada, que dedicó a todas las féminas presentes. Esta primera parte terminó con la audiencia coreando Un Nuevo Día Brillará.

Luz abandona el elegante traje rojo y lo cambia por el cuero blanco, en una declaración de intenciones que muestra que el concierto se va a soltar, moderadamente, la melena, e incluso la cantante suelta el pie de micro para moverse y bailar por el escenario al ritmo su último single,  Por Que No Vuelves Amor, Loca, Un Pedazo de Cielo (la primera vez que los decibelios suben con moderación) o Rufino, que como si del milagro de Jesucristo y Lázaro se tratara consigue que la gente abandone sus asientos y muevan unas caderas que se nota hace tiempo se oxidaron sin remisión.Luz_Casal-photo-Fran_Cea-02

Un traje corto negro enfrenta a Luz a la última parte del concierto y ahí la artista da al público lo que estaba esperando, una colección de singles relajados y de fácil digestión que son coreados con gestos dignos del mejor programa de karoke televisivo por parte de la audiencia, Piensa en MI, Un Año De Amor, Pero Te Dejé Marchar, la más actual Sin Perdón…balas de efecto rápido y muerte lenta para un concierto que, rockeramente hablando, se ha alejado en demasía de los que aún recordamos los tiempos en los que la cantante gallega compartía escenario con Leño o Miguel Rios (los tiempos han cambiado) y que ha adaptado, casi mutado, su ser a otros ritmos más accesibles.

Y sin embargo ¿que hacía ahí alguien que esperaba que las guitarras asomaran?, pues atisbar un rayo de luz (lamento que el juego de palabras sea tan obvio) en forma de un medley de canciones final con menos concesiones y por donde desfilaron la primigenia No Aguanto Más (boa roja incluida), Hechizado, Mantenerse en Pie, A Cada Paso Que Doy o la final A Mil Kilómetros, que me atrevería a decir disfrutó de manera especial a juzgar por las poses y gestos que esta cincuentañera, que las ha visto desfilar de todos los colores, manifestaba.

Sin embargo no quiero que lo arriba expuesto haga olvidar una de las razones fundamentales existentes para acudir a un concierto de Luz Casal, y es la calidad infinita de su voz e interpretaciones y que entre la sucesión de baladas siempre hay grandes momentos. Yo al menos repetiría.