19 abril 2024

Tengo que reconocer una debilidad especial por Damien Jurado. Tiene una voz tan poco común, que transmite mucho más que otras diciendo las mismas palabras y que cala más hondo. Teniendo esto en cuenta, es lógico que esperase con tantas ganas poder disfrutar de un concierto del cantautor de Seattle, y más aún de verle como es debido, en un lugar apropiado como es el Teatro Lara. Además en esta ocasión había un añadido, porque Maraqopa (Sub Pop – 2011) es un disco que presenta una mayor instrumentación que otros trabajos, así la presentación en directo debía ser con banda, en vez del formato acústico en solitario al que acostumbra Damien.

La mecánica del concierto no fue digamos convencional. Damien apareció solo, descalzo y acompañado de su guitarra acústica, para explicar que tocaría dos temas en solitario y luego presentaría Maraqopa al completo y en el mismo orden en que está grabado. Una decisión muy respetable ya que, como explicó, un disco está pensado como un todo, y si se entremezcla o se intercala con otras canciones pierde la esencia con que fue compuesto, aunque por contra el espectador sepa exactamente lo que viene a continuación. Tras el último álbum, tocarían otras canciones anteriores que todo el mundo espera.

Después de la pequeña presentación comenzamos a ver al cantante que se espera: calmado, sobrio y profundo. Y sobre todo su voz, que ejerce un magnetismo difícilmente explicable. Pero todo sabroso plato queda mejorado si está bien condimentado y la presentación es adecuada. Para ello le acompañaros sus compañeros de faena, de los que no se puede decir más que actuaron correctamente, a excepción de la guitarra eléctrica que tenía material de sobra para lucirse en forma de solos y estuvo más que a la altura. A lo largo de Maraqopa se puede viajar por diversos parajes, lugares tranquilos como un día nublado que pasaron más desapercibidos (This Time Next Year, Everyone A Star) y otros luminosos y alegres como un día de verano (Life Away From The Garden, Reel To Reel), los que merecidamente se llevaron las mayores ovaciones del respetable aunque a la primera de ellas le faltase intensidad en el cambio de ritmo, que es la parte más llamativa. La palma del disco se la lleva Museum Of Flight, que ya es una maravilla en grabación pero en directo es una delicia que embelesa como ninguna otra.

Hasta este punto Damien parecía un tipo serio, incluso en algunos momentos se podía decir que no le apetecía estar allí, que no le gusta tocar en directo. No se que cambió pero comenzó a relajarse, a bromear, a reír y a seguir cantando, por supuesto. Pedir a un espectador que le regale un globo, hablar con un chaval de la primera fila, comentar lo horrible que es la foto promocional que le han puesto y, lo más original, cantar Cloudy Shoes, maravilloso tema que abre Saint Bartlett (Sub Pop – 2010) a una chica de la platea desde el centro del patio de butacas, cual romántico trovador. Contó la anécdota de el momento de componer Ohio, hasta arriba de c
odeína por una pierna rota (o algo así) justo antes de interpretarla como perfecta guinda a una noche sublime. Dio las gracias efusivamente desapareciendo entre una ola de aplausos, que seguro le esperarán hasta que vuelva. Larga vida.