23 abril 2024

Leiva y Sidecars 1Una fila de cazadoras negras de cuero hace cola delante de la sala Joy Eslava, en la calle Arenal de Madrid, el 31 de octubre. Todas las chicas de Tirso y los tipos que fuman deprisa han venido a ver a Leiva y Sidecars ser cómplices y beber tercios de Mahou. El poder de convocatoria como don y arte.

Salen Sidecars, con el brazo en alto y la cabeza ladeada. Juancho, vocalista, con gorra y pendiente en la oreja izquierda. Arrancan con ‘La tormenta’ y preguntan “¿cómo es Madrid?”. Le responde una súplica. Confesión a pecho descubierto y tiro a quemarropa. “Quédate en Madrid conmigo”, pedimos, por si fuese domingo por la mañana.

Él levanta la pierna que no tiene apoyada en la banqueta, abrazada por un par de pitillos ajustados.

Leiva y Sidecars 2“Muchas gracias por haber comprado las entradas en cinco décimas de segundo. Llovieron ostias ese día”, agradece y no miente. Los tickets para estar aquí tardaron tres minutos en agotarse.

“Bienvenidos al salón de nuestra casa”, invitan y arremeten con la angustia y las vísceras de ‘Costa da Morte’, del recién publicado “Cuestión de gravedad”. Le siguen ‘Fuego cruzado’ y el latido constante de la batería, al que acaban tapando los aplausos.

Para ‘Dinamita’ ya hay brazos que se levantan como si el cuerpo que les sigue estuviese de pie y no sentado. Juancho se inclina hacia delante y solo el público le acompaña cuando dice “sácame de aquí”. Como un susurro colectivo.

Leiva y Sidecars 3“Pues qué bien, ¿no? ¿Y mi Mahou?”. Mira hacia los lados para ver el brazo de Gerbas, bajista, estirado pasándole la suya. “Donde estén los amigos, que se quite lo demás”, agradece.

Hablando de amigos, traen las ‘Vidas cruzadas’ de Quique González. “Somos fans de ti, Quique”, confiesan y enlazan con ‘Fan de ti’. Rehacen las frases y reemplazan los verbos que grabaron hace años. Todos cambiamos con el tiempo. Para recalcarlo, el de Alameda de Osuna levanta el mástil y golpea como quien dispara.

“Vamos a hacer una más”, avisan. Se quejan los que tienen delante y detrás. “Es que esto va de eso. Si no, luego no da tiempo”, se excusan y se escudan en las preguntas que les podrán hacer después. Se despiden alargando el quejido que mata ‘Los amantes’.

Leiva y Sidecars 4Es el turno del sombrero. Entran por un lateral Leiva y César Pop, teclista. Les recibe una ovación de campo de fútbol, del Calderón.

Antes de nada, se acercan entre ellos para concretar el plan. Pop sentado en un taburete gastado y Leiva inclinando las cuerdas. Se coloca después el pelo detrás de la oreja, con la mano de tinta y huesos.

Pide perdón a los que estamos sentados a su espalda. “Van a ver mi culo carpeta”, les explica a los que tiene de frente. “Me gustaría hacer medio ‘show’ girado. Pero no va a ser”. ‘Breaking bad’ es su primer regate. Ejerce de hombre orquesta haciendo sonar la pandereta con el pie izquierdo. Levanta el mentón con ‘La lluvia en los zapatos’.

Leiva y Sidecars 5Todos le cantan que le quieren en ‘Sincericidio’. “Me he equivocado. He tocado una que no era. No tenía pensado tocarla, pero me he equivocado”, dice cuando Pop le pide cuentas.

Mueve ahora despacio los dedos, para resarcirse. Trae todo el desquite, el rencor, la aceptación y la rabia de ‘Electricidad’. El desgarro desde dentro.

“Siento que hay que disfrutar, y cantar canciones de amigos también es parte de esto. Amigos de los que hemos aprendido y nos han enseñado mucho. Sobre todo lo que no hay que hacer“, Leiva se disculpa y bromea. Se refiere a Joaquín Sabina y hace suyo ‘Lo niego todo’, tema del álbum que el madrileño produjo al de Úbeda. “Es lo primero que hicimos juntos, sin saber si lo que íbamos a hacer juntos iba a estar mal o iba a estar bien”. Ahora suena a confesión en el corredor de la muerte y nadie quiere hacer ruido. Se condensa el aire y se sonríen. “Joaquín Sabina”, insiste.

Leiva y Sidecars 6Habla de la banda de su hermano, “una banda que viene de comerse muchos marrones”. “Tengo la sensación de que estos tipos estaban un poquito saturados de comer mierda”.

“Pop está tocando en el sitio que no es”, se chiva y pide un abucheo que nadie da. El teclista se defiende y resulta que el que se equivocaba era Leiva. “Abucheadme a mí”, agacha la cabeza y esta vez sí que le hacen caso.“Habéis disfrutado ese abucheo, ¿eh, cabrones?”.

Aun así, cualquiera diría que a los que no están subidos a la alfombra roja que cubre el escenario les pagan por hacer los coros de ‘Terriblemente cruel’. Que les fuese a salvar la vida. Ellos se disfrutan y vacían despacito. Dicen adiós.

“Salud, amigos y amigas”.

Leiva y Sidecars 7Vuelven todos. Leiva y Juancho alinean sus perfiles, simétricos. Después de responder las dudas del público, como garantizaba el formato del concierto, aproximan las caderas para ‘Afuera en la ciudad’. Uno se retuerce y grita, el otro mueve las piernas como quien ha aprendido de Chuck Berry.

“Yo soy Juancho, él es Leiva”, termina Leiva de presentar a los que le rodean. Da igual que da lo mismo. La toman con ‘Contra las cuerdas’. Pop levanta el puño y Ruly, batería de Sidecars, señala al cielo con la baqueta derecha.

Los Conejo Torres se mueven coordinados. Vuelven al patio del colegio cuando el hermano mayor coloca su brazo sobre los hombros del pequeño.

“Ahora sí que nos marchamos. Ostia, que sí, que os lo juro“, promete cuando le suelta y todo el mundo está ya levantado y sobran las sillas. Terminan con la apuesta segura que es ‘Lady Madrid’.

Salen y nos dejan más contentos de lo que entramos.

Leiva y Sidecars 8