23 abril 2024

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El verano de 1967 se estrenó en California con solsticio y luna llena, con un batallón de hippies rindiendo pleitesía pagana a la madre naturaleza.  Años más tarde el solsticio de verano y la luna llena volvía a coincidir en otro punto del planeta tierra, Barcelona,  con una multitud adorando a uno de los hippies más legendarios. Hablamos, como no, de Neil Young y de su concierto del pasado día 20 de junio en el Poble Espanyol de Barcelona.

A plena luz del día y con la expectación de los seguidores de una ciudad a la que sólo había visitado una vez (en el Primavera Sound de 2009 junto a los Crazy Horses), el septuagenario apareció a escena de la Plaza Mayor del recinto turístico barcelonés bajo un misterioso sombrero y enfundado con una de sus habituales camisas de cuadros. Sigilosamente comenzó a abordar al piano “After The Gold Rush”, enorme baladón que dejó a la audiencia congregada enmudecida a las primeras de cambio. Por si fuera poco, inmediatamente nos regalaba el tema que le comenzó a dar fama allá por 1972 “Heart Of Gold” con el único apoyo de su guitarra y esa armónica que tan magistralmente sabe tratar. Sin abandonar ambos instrumentos, del mismo disco siguió con la angustiosa “The Needle And The Damage Done” y la también lejana “Comes A Time”.

En medio de los destellos del atardecer mediterráneo, con la brisa cálida del fin del día y con las gaviotas revoloteando como si danzaran al son de las dulces melodías, daba la sensación de que la naturaleza se alineara a favor del veterano guitarrista para enmarcar un directo con las mayores de las bellezas posibles. Precisamente una naturaleza reivindicada en la oda  “Mother Earth” atacada solo al órgano y sin los coros que aparecen en la edición del disco “Ragged Glory” (1990), para una vez terminada ofrecer una particular performance con unos operarios desinfectando el escenario y contaminando la Tierra.

Así se ponía punto y final a la parte solitaria del concierto, una templada y entrañable entrada que dio paso a una segunda fase en la que acompañado por los Promise Of The Real, transitaría entre medios tiempos y áureas Country hasta alcanzar la noche.

Resaltar que los POTR son una auténtica bandaza formada por hijos del mismísimo ídolo Country Willie Nelson. Dos guitarristas, bajo, batería y percusionista que cumplen su papel a la perfección y nos hacen olvidar (por largos momentos) a los Crazy Horse. Quizás no son tan sucios ni salvajes como los “caballos locos”, pero su sentir musical, virtuosismo y entrega les asemeja, a lo que añaden ese plus de inocencia y juventud que le sienta de maravilla al viejo Neil quien parece vivir, junto a ellos, su enésima segunda juventud.

Fue en este segundo acto cuando  Neil a la acústica y los suyos dieron entrada a “Out On The Weekend” (¡ya iban tres del disco Harvest!),  “From Hank To Hendrix” y “Unknown Legend” (ambas del notable Harvest Moon) o “Human Highway” (del Comes a Time), hasta que el canadiense agarró el mástil de su rickenbacker blanca para abordar “Alabama”. Y la cosa despegó, vaya si lo hizo.

ICULT nuevas FOTOS de la gira de Neil Young

Poniendo toda la carne en el asador el concierto alcanzaba su fase mas rockera y enchufada, con desarrollos eléctricos despampanantes,  solos alargados a la Gibson y una energía y dinamismo escénico febril, la banda fue disparando cañonazos como “Words”, “Love To Burn”, “Mantion on The Hill”, o dos de los tres blues del “On The beach” (“Revolution Blues” y “Vampire Blues”) alcanzando un frenesí musical sin parangón, en el que las seis cuerdas de Young cobraron vida y evocaron múltiplicidad de sentimientos: rabia, enajenación, pasión, euforia, …. No hay palabras para describir la energía que lleva este hombre de 72 años en sus entrañas y como la canaliza tocando la guitarra y expresando emociones como nadie.

Y el clímax llegó con uno de sus grandes himnos, la abrasadora “Rockin’ In The Free World”, alargada para el delirio de los fans y perfecta traca final de tal maravilloso derroche de energía rockera. Para el Bis, se encomendó a la luna e interpretó el que es uno de sus mejores temas del que es quizás su mejor disco Zuma. Hablo de “Cortez The Killer” un tema que denuncia la colonización americana y el trato a los nativos. Sentimental, reflexiva y taciturna la llama se fue apagando al son de una guitarra hipnótica como el sueño de una noche de verano. Pura naturaleza.

 

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