
La composición, según los propios creadores, es un vals de reminiscencias francesas con el acordeón como protagonista, el instrumento que motivó los bailes de pareja y salón en España, con tonos que caminan entre la melancolía y la esperanza. Convive con el violín, otro de los imprescindibles de Diego Galaz y Jorge Arribas, con la guitarra de Sebastián Schon o las mandolinas que le dan un aire mediterráneo. Destacan también, otros elementos sonoros que embellecen la composición: el silbido, la zanfona de origen medieval, las originales percusiones de Pablo Martín Jones -realizadas hasta con hojas de papel- o el contrabajo de José Vera.