29 marzo 2024

Dos minutos tardamos en escuchar la voz de Manuel Cabezalí. Desde que pulsamos el play Havalina se toman su tiempo para presentar el sonido del álbum. Arranca Desierto con una pausada introducción, lenta, cargada de distorsiones, con el bombo de la batería haciendo temblar nuestras costillas. Tras minuto y medio de lentitud, una pausa para tomar aire y la guitarra da un paso al frente para propinarte un puñetazo sonoro. Y, por fin, “Voy a guardarte siempre aquí…”. Melancolía y recuerdos son los protagonistas de este disco. Dolor, pero sin remordimientos.

Este breve análisis de la primera pista sirve a su vez de crítica general de Las Hojas Secas. Once canciones tejidas con mimo, sin prisas, con desarrollos largos e instrumentos que se expresan sin necesidad de voces. Cada cuerda en su sitio idóneo. Letras escuetas y directas, dejando las complejidades para la las guitarras. El tema recurrente, el recuerdo de un amor/pasión ausente/perdido.

Seguimos el recorrido en Tu Ciudad, que muestra cómo no han buscado intrincadas metáforas en los textos. “Y seré feliz sin pensar nunca en nadie más” confiesa sin pudor, en lo que podría ser el estribillo de cualquier canción de amor.

Objetos Personales cita el título del álbum y otros muchos sustantivos adjetivados, sin esquivar clichés (ríos secos, briznas de hierba, últimos bailes, botellas vacías…) en lo que es la canción más pop del disco, más cercana a Junio que a Imperfección. En la primera escucha del álbum la sensación es que esta es la tónica general, pero es un error. Nos encontramos ante un trabajo en el que tienen cabida composiciones con diferentes intenciones. Ni es continuista con el anterior, ni es una mezcla de ambos. Quien quiso ponerle pegas a la maravilla que es Imperfección y encontró un argumento en su homogeneidad estará desarmado en este.

También se ha perdido por el camino la gran carga sexual del anterior. Casi parece la resaca de una relación tormentosa. “Ya no puedo esperarte más / te alejaré de mí” comienzan diciendo en Síndrome de Culto. “Yo no debí perderme en ti / no debí desearte así / no sé si esto es amor“. Minuto y medio de denso arrepentimiento que concluye en un crescendo de dolor alejándose de ella, para desarrollar después, con un ritmo más rápido y decidido, la determinación de una nueva etapa.

Y llegamos a Las Hojas Secas, de nuevo mirando atrás esa relación abandonada. Pero sin tristezas. “Y ahora sueñas con volver / pero temes saber / que las hojas secas / sólo pueden caer“. Apenas siete líneas en el libreto (con un curioso efecto de letras desparramándose en esas dos últimas palabras), ya que buena parte de su metraje se invierte en una furiosa batalla instrumental. Salvaje. Ójala hubiese forma de traerles en directo por Valladolid…

Ley de la Gravedad es el contraste marca de la casa, la calma tras la locura previa.

Seguimos en La Pared, que curiosamente presenta la misma imagen que la canción de Shakira: “después de ti, la pared” decía ella, “si no estás sólo queda la pared” dice Manuel. Mientras esperamos que la colombiana retorne algún año a sus orígenes podemos disfrutar del desgarrador cambio de ritmo en este tema, que pasa de lo poético a lo brutal.

Enlazada a la anterior, Punto de Reconciliación presenta una insatisfacción vital en la que muchos nos veremos identificados, y pone a las claras la imagen de la mudanza y el edredón que pasa a no ser compartido.

Mamut es una de las que más interesa escuchar con cascos (o con un buen equipo si no te preocupan tus vecinos). El cuidado del detalle en la producción es exquisito, y escuchar las púas raspando las cuerdas en este tema es revelador de lo que pretende transmitir. “Quiero olvidarme de ti / quiero olvidarme de tu amor“.

Mordiente rompe con los comienzos lentos de gran parte del disco, y abre directamente acelerado, y con Cabezalí gritando. A destacar el alargado final de distorsiones, como quien no quiere dejar un minuto de silencio antes del último bis…

…en el que llega Por la Noche. Las comparaciones con Desinspiración son inevitables. Más de diez minutos para la última pista del álbum. No pretende tener momentos de violencia como otras, siendo su punto álgido una hermosa melodía y un susurro, muy a lo The Cure.

Y es que Havalina comentan en su blog sus influencias. Nada que esconder: BRMC, The Cure, Smashing Pumpkins, Sonic Youth… Confiesan, con la misma sinceridad que encontrarás en Las Hojas Secas, “de dónde sale todo esto”, “mi forma de tocar el bajo”… Havalina son esponjas que se han impregnado hasta la médula de cada matiz de lo que escuchan, para, por manido que suene, dar forma a un estilo propio.

Un muy buen disco que se hace más profundo en cada escucha, con detalle tras detalle asimilado de los más grandes. Puedes escucharlo en Spotify. Creo que es el gran ausente de las listas de “lo mejor del 2010”, y sólo espero que sea descubierto cuando Havalina recorran salas y festivales. Les hemos visto en Medina, Segovia, Madrid, Astorga… y nunca defraudan. Hicimos lo imposible por traerles para nuestra programación de 2011 pero los recientes problemas en la ciudad nos deshicieron nuestras ilusiones. Y así quedo, en el salón, con Las Hojas Secas recordándome el doloroso olvido.