29 marzo 2024

“La muerte y la doncella” de Ariel Dorfman

Dirección: Eduard Costa
Actores: Emilio Gutiérrez Caba, Luisa Martín, José Sáiz
6 de septiembre de 2009 (programación de ferias)
Teatro Calderón de la Barca de Valladolid

Teatro de ferias para un teatro de cámara

El argentino Ariel Dorfman (que no chileno como muchos creen, nació en Buenos Aires en 1942, aunque ha pasado la mayor parte de su vida en Chile) escribió su obra “La muerte y la doncella” sin saber que iba a ser la obra latinoamericana más representada de todos los tiempos. El éxito del texto llegó a Hollywood y uno de los grandes directores, como Roman Polanski, la llevó a las pantallas con Sigourney Weaver y Ben Kingsley como protagonistas.

La obra es un llamamiento en voz alta al mundo, de cómo las víctimas por regímenes opresores, pueden llegar a convivir con sus represores.

Dentro de una escenografía realista (discreta) y funcional, se desarrolla la trama donde Paulina va a coincidir, en su propio domicilio, con Roberto Miranda, médico en la actualidad, pero su opresor en el pasado. Abusó de Paulina tanto física, como psicológicamente, amparándose en un derecho ilegítimamente adquirido, debido a su cargo dentro de un régimen totalitario.

El personaje de Paulina es interpretado por Luisa Martín, que se desenvolvió bien en casi toda la representación, juzgando vehementemente a su carcelero del pasado y discutiendo con su marido, intentando hacerle ver su situación y llevándole a su terreno.

doncella2_grandeLos momentos menos conseguidos por parte de la actriz, fueron en los que, sin palabras, tuvo que expresar mediante gestos, el malestar que le producía la mera presencia del carcelero o incluso sin llegar a verle, oír su voz. Estos gestos y movimientos por parte de la actriz fueron demasiado forzados y poco creíbles, haciendo que su interpretación fuera poco natural. Aunque en líneas generales cumpliera con su cometido resolviendo bien su actuación.

Caso a parte fue la recreación del personaje del marido de Paulina, interpretado por José Sáiz.
Se mostró demasiado atado y poco resolutivo, forzado en numerosos momentos y con cliché de aficionado en otros; estático sobremanera y con ese problema de principiante que no sabe que hacer con sus manos. Aunque no toda la culpa fue de él, sino de su director que no supo transmitir las intenciones del personaje y dejó hacer al actor.

En este apartado podríamos decir que la puesta en escena, aún siendo correcta, no es nada arriesgada y sí demasiado convencional, dejando sin resolver momentos, en los que pudiera haber sido brillante e imaginativa; como obviar la parte final, en la que, al cabo de los años, se vuelven a encontrar médico y víctima en un teatro, escuchando un concierto de Schubert, siendo protagonista la pieza de “La muerte y la doncella” que tanto torturó a Paulina en su cautiverio, que se oye a lo largo del espectáculo. Realismo plano, poco resolutivo y falto de ideas originales, ciñéndose sobremanera a los apuntes del autor.

Si algo o a alguien hay que destacar de una manera sobresaliente es a Emilio Gutiérrez Caba; actor excepcional, hace que el montaje crezca sólo con su mera presencia. Comedido y tímido cuando tiene que estarlo, visceral en otros momentos… Con un aplomo para la escena excelente; la tranquilidad que transmite en escena (el actor no el personaje, entendámonos) es soberbia; hace que los demás se vean arropados por él y los fallos de otros pasen un poco desapercibidos. Hace una recreación muy buena del personaje de Miranda, tanto en lo momentos hablados como gestuales (muy bien la escena en la que se encuentra atado y tirado en el sofá con apenas movimientos).Desde luego, la obra crece y gana enteros sólo con su aparición, como ya hemos comentado anteriormente. ¡Enhorabuena D. Emilio!

Resumiendo: excelente texto poco aprovechado por el director.

Teatro de ferias para un teatro de cámara.

Mr. Burg