28 marzo 2024

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Eclécticos, oníricos, crípticos, sugerentes. No hay adjetivos suficientes, describirlos es limitarlos. Ellos tocan, nosotros interpretamos. Y es que sus canciones, aunque empiezan en Maga, siempre terminan detrás del propio oído.

Con una hora de retraso con respecto a la hora oficial del concierto, Maga salían sonriendo al escenario de Mambo saludando a un público no demasiado numeroso, pero entregado. A diferencia de la cita anterior, en la que solamente el bajo de Javier Vega y la guitarra y la voz de Miguel Rivera fueron capaces de llenar el Café Teatro en dos conciertos consecutivos, en esta ocasión vino la banda al completo para presentarnos en eléctrico las canciones de su nuevo trabajo A la hora del Sol. A lo largo de algo más de una hora desgranaron sus últimos temas, intercalándolos con versiones en clave de rock de sus anteriores discos y ofreciéndonos, en definitiva, un concierto lleno de fuerza y optimismo que pone de manifiesto la nueva etapa en la vida del grupo.

Los que asistimos a su anterior concierto ya habíamos escuchado en acústico sus nuevas canciones, diamantes en bruto pulidos en la gira gracias al feedback del público. Y aunque entonces nos demostraron que apenas necesitan instrumentación para hacernos llegar su música, si a la voz y al bajo le añades una guitarra eléctrica, una batería y unos teclados, el concierto se convierte en algo menos íntimo, quizás, pero más intenso. En general, nos ofrecieron una versión mucho más rockera de sus canciones más conocidas, alejándose de los sintetizadores de sus anteriores álbumes y acercándose al sonido directo de su nuevo trabajo.

“Bríndame, coral, la oportunidad de pintar el mar de esperanza y sal”, nos saludaron abriendo el concierto con “Medusa”, de su EP Bidimensional. “Hasta despertar”, fue el primer sorbo de su nuevo álbum A la hora del sol. Después de volver a sus orígenes con Piedraluna, se lanzaron de lleno a su nuevo trabajo con el optimismo de Hoy. Con Silencio describieron una ciudad que bien podría ser la nuestra y con La balsa nos enseñaron su canción preferida del disco.

“Un lugar encendido” fue el único tema que rescataron de Negro, precediendo a Martes que, a pesar de su novedad, fue coreada por gran parte del público gracias quizás al acústico del verano pasado. En ese momento se volcaron en una versión mucho más rockera de Harás y romperás, utilizada por Miguel para lucirse en un solo de guitarra que, aunque no pudo apreciarse del todo por el sonido de la sala, la convirtió (en opinión de una servidora) en la mejor del concierto. Último mar, más serena y cercana al sonido de sus discos anteriores dio paso a una enérgica Diecinueve, a la que dieron un carácter mucho más potente que en el álbum original. Tras Sal y otras historias, de las pocas canciones del nuevo trabajo que no estaba presente en el repertorio de su última gira en acústico, con alegría andaluza se sacaron de la manga dos botellas de champán para celebrar el cumpleaños de Javier Vega que nos bebimos entre todos mientras berreábamos un “Cumpleaños Feliz”. Tocó a poco, ciertamente, pero agradecimos el detalle. Como bien dijeron ellos, no hay muchos grupos que inviten a champán a su público. Con Agosto esquimal pretendieron despedirse, aunque ni ellos ni nosotros nos lo creímos. Se fueron, sí, pero volvieron y con Canción para septiembre, que da título al nuevo disco (“donde a la hora del sol brotan arco iris nuevos…”) y Sí, pero no lo soy terminaron con todas las canciones del álbum. Cerraron definitivamente con Des-pi-de otra de sus primeras composiciones.

Ignorando totalmente el disco de Rojo, volcándose en su nuevo trabajo, rescatando joyas de Blanco y sorprendiéndonos con apertura y cierre de Bidimensional, Maga nos han dejado claro que han comenzado una nueva etapa, más directa, más potente, más optimista. Y han sabido reflejarlo, ya no solo en sus nuevos temas, sino también en su modo de tocar los antiguos, con fuerza y energías renovadas. Y a pesar de los retrasos y la desinformación en cuanto a hora del concierto, a pesar de los problemas de sonido (no demasiado graves, todo hay que decirlo), a pesar de que el público no fuera demasiado numeroso, ni conociese la mayor parte de las canciones, Maga nos regalaron un buen concierto, nos dieron de beber y de cantar y nos demostraron que, a pesar del cambio de discográfica y de etapa en su carrera, sus canciones conservan ese no se qué que hace su sonido tan especial. Sin estilos, sin etiquetas. Maga son Maga. Y no me los llaméis indies.