25 abril 2024

VetustaMorla_(c)Wilma_Lorenzo

Familiar, íntimo, mágico, directo, sincero, emotivo, amistoso y profesional. Así son ellos, Vetusta Morla. Y así nos lo hicieron vivir en un concierto ÚNICO para conmemorar  los 20 años de la banda y los 10 años de su primer disco, ‘Un día en el mundo’, #ElDiscoQueCambióNuestrasVidas.

Todavía recuerdo a finales de 2008, cuando un servidor descubrió las magnéticas canciones de unos chicos de Tres Cantos. Recuerdo pasar las navidades enganchado al mp3, y en mis ratos libres, buscar como un loco en internet más temas, directos o grabaciones clandestinas. Así, con el tiempo, pude hacerme un recopilatorio de canciones ‘inéditas’ de Vetusta Morla que le iba pasando a mis amigos a modo de ‘joya de la corona’ porque no salían en ninguno de sus discos. El pasado domingo 30, muchas de aquellas canciones que sólo había podido escuchar a través de unos cascos, cobraron vida. Y muchas de las sensaciones que sentía por aquellos entonces, afloraron de nuevo. Seguramente, muchas y muchos de los 15.000 que nos citamos ese día, ibamos buscando eso. Una vuelta al pasado, a la esencia, a lo que nos enamoró por primera vez de una banda que empezaba su andadura y que con el tiempo, iba a escribir una de las páginas más bonitas de la historia musical española. Y es que, como bien recordó Pucho en una de sus intervenciones, el 30D se cumplían exactamente 20 años de su primer concierto en la Casa de la Juventud de la localidad que les vio nacer, Tres Cantos.

Foto de Gonzalo Cases
Foto de Gonzalo Cases

 

Porque el concierto del pasado 30D  fue un espectáculo único, nostálgico. Y esas sensaciones nos las hicieron sentir desde el minuto cero, en la entrada al escenario. Luces apagadas, pantalla encendida y de fondo, aquel maravilloso vídeo de la canción ‘Otro día en el mundo’, donde Pucho salía de su casa cantando a la cámara y recogiendo al resto de la banda para entrar en la FNAC de Callao a dar un pequeño concierto.  Fue en ese momento cuando dejamos de mirar a la pantalla  ya que la imagen del pasado empalmaba con el directo. 10 años después, la tienda era sustituida por todo un Palacio de los Deportes lleno con 15.000 personas, convirtiendo su aparición sobre el escenario en un momentazo que nunca olvidaremos.

 

Foto de Wilma Lorenzo
Foto de Wilma Lorenzo

 

Y es que durante todo el concierto, los audiovisuales tuvieron un gran peso como hilo conductor del paso del tiempo de la banda. Declaraciones, imágenes, momentos de vida de la banda desde sus inicios hasta el hoy, que iban desgranándose poco a poco para hacernos ver a todos que, aunque hayan pasado 10 años, la esencia de la banda sigue latente: Ser una auténtica piña.

Siguiendo el hilo del concierto, como hemos comentado, empezó de forma trepidante con ‘Otro día en el mundo’, pero el homenaje a #ElDiscoQueCambióNuestrasVidas no podía ser tal si no hubiese comenzado de verdad, con aquella canción que abría el disco, ‘Autocrítica’.

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Tras calentar motores, el sexteto nos hizo sumergirnos por un momento en la película de El Rey León para que, tras ver el amanecer en la pantalla, Pucho y los suyos interpretaran de forma magistral una de las canciones de toda la vida, ‘Rey Sol’. Tras escuchar ‘Pequeño desastre animal’, otra de las canciones que hacía muchísimo tiempo que no se escuchaba en un directo de la banda, vinieron dos momentos nostálgicos y únicos. ‘Mi habitación favorita’ y ‘Vida no hay mucha’, canciones no editadas de forma oficial (Sí, esas del mp3 que os decía) aparecieron para darnos un vuelco a la memoria.

Subidos ya en la montaña rusa de las emociones fuertes, comenzaba un nuevo bloque de canciones, que para un servidor, fue el más demoledor. El motivo es que se dieron cita un cuarteto de canciones cargadas de mucha fuerza, energía, vitalidad y músculo. ‘La marea’, entrelazada con acordes y versos de ‘Deséame suerte’, ‘El hombre del saco’ o ‘La vieja escuela’ ,fue uno de los momentos más hipnóticos de la noche. ‘Al respirar’ nos hizo que la emoción y el desgarro se tornaran en música y letra. Y antes de la siguiente canción,  ‘Boca en la tierra’,  Pucho quiso agradecer a todas aquellas personas que recorrieron salas y garitos cuando todavía eran unos auténticos desconocidos, como un homenaje especial a todo lo sucedido desde entonces. Y así, cerramos este bloque con ‘La canción’. Esa que te eriza no solo la piel sino también el alma. Con esta canción y como no podía ser de otra manera, nuestro querido Jorge (tras suplicarle en cientos de ocasiones) volvió a invitar a uno de sus grandes amigos del pasado: El bidón. Ahora si, ya estaba todo listo para abrir el grifo y que fluyera el torrente de energía, rabia y fuerza que es la gran  ‘La cuadratura del círculo’.

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Tocaba relajarse tras el maremagnum de emociones fuertes y con los primeros acordes de otra de las canciones menos conocidas, ‘Los buenos’, el WiZink Center se transformó en un remanso íntimo de sensibilidad, paz y miradas de complicidad.

Pero claro, para hacer redondo este espectáculo, faltaba algo. El agradecimiento generalizado por estos 10 años de disco. Como hemos comentado al principio, el show de Vetusta fue un momento muy familiar. Por eso, una familia no está completa sin los verdaderos amigos de la misma, convirtiendo ese momento, en el más auténtico de la noche.

El primero de ellos que salió a escena fue Campi Campón, productor  y uno de los artífices materiales de su último trabajo con ‘Mismo sitio, distinto lugar’.  Al siguiente a quien invitaron a pasar a la fiesta fue al gran Jairo Zabala ‘Depedro’, compañero incansable de aventuras vetustianas. Junto a él, Vetusta Morla rindieron también homenaje a su disco posterior, ‘Mapas’, cantando su archiconocida y enigmática ‘Maldita Dulzura’. Canción, que dio paso a la naturalidad, la espontaneidad y la alegría que se vive en un salón de casa cuando juntas a la familia y a los amigos. Y eso es lo que sucedió mezclando espacios y tiempos. Uno a uno, fueron subiendo al escenario todos aquellos que han hecho posible este viaje que ya dura 10 años.

Desde Cifo, backliner y distribución, Jaime ‘tito’ Escribano, cuidador oficial de la banda, María Pérez, la sheriff del sello Pequeño salto mortal, Pablo Camuñas, nuestro gran aliado y amigo jefe de prensa y comunicación, Kim, el manager de la banda, Montse, de Esmerarte Producciones, María Galdón, Cyril, el tour manager, hasta todos aquellos que ya no continúan embarcados en este proyecto, fueron llamados por la banda y compartir y ensalzar la amistad formada en el viaje.

Pero en todo viaje, hace falta una banda sonora y claro, la banda sonora de Vetusta Morla tiene nombre propio que también forma parte de la lista de los grandes amigos Xoel Lopez. Con todos ellos sobre el escenario, la magia empezó a fluir. Para ello, Pucho se encargó de explicar que la canción ‘El amor valiente’ de Xoel, siempre es una canción que cantan en los camerinos arramplando con todo lo que pillan para marcar el ritmo de la misma.  Y así, comenzó esa ‘tertulia’ músico- festiva sobre el escenario, con Pucho, Xoel y Jairo entonando los primeros versos de la misma, a los que luego se unieron Guillermo, Álvaro y algún que otro valiente. Desde luego, este tipo de momentos, son los que nos hacen recordar por qué Vetusta Morla sigue conservando la esencia de sus inicios, teniendo la misma humildad, sensibilidad y sentido común que en los inicios, a pesar de que hayan cambiado las tarimas de bares por escenarios de macrofestivales.

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Pero el espectáculo tenía que continuar y claro, no podía faltar el momento ‘mainstream’ de la noche. La terna de ‘Copenhague’, ‘Sálvese quien pueda’ y ‘Valiente’ arrancaron gritos, lágrimas y muchos muchos bailes dejando a los allí presentes, más que anestesiados.

Tras un breve descanso merecido para la banda, Pucho y Guille Galván subieron al escenario en formato íntimo para cantar otra de las canciones que más nos tocan la fibra, ‘Iglús sin primavera’.

Al borde del 2019, el momento in crescendo de ‘Año nuevo’ no podía faltar en este homenaje, sirviendo de premisa a lo que sería la gran traca final. ‘Un día en el mundo’ y la canción que ha convertido a todos los indies en pequeños hooligans de la canción patria, al corear con mucha bravura y alegría dos sílabas: ‘la’ y ‘lo’. ‘Saharabbey road’ cerraba  por todo lo alto, con su estribillo magnético, un concierto redondo, especial y nostálgico.

Un concierto que se prolongó en las calles de los alrededores del Wi Zink, donde un servidor pudo comprobar que Madrid no sólo sale a la calle a celebrar ligas y champions. Que el ‘la la la la laaaa laaaaaaa’ de ese estribillo ha roto todos los esquemas y ha traspasado todo tipo de fronteras y etiquetas absurdas porque la música nacional, también merece ser celebrada con un sentimiento y una pasión desbordada, de una forma sana, sin colores, banderas ni odios irracionales.

También merece ser mencionada la intervención de su cantante ante otra de las celebraciones de 2018, los 40 años de la Constitución. Y es que Pucho no se quiso ‘olvidar’ de las polémicas leyes del Silencio y del Olvido, que siguen formando parte de nuestro legado político y cultural. Quiso hacer un llamamiento a remover el pasado porque hay cosas que no se pueden volver a repetir, estando capacitados para alumbrar un futuro mejor. También se acordó de aquellos que critican su forma de expresarse más allá de la música, a lo que el cantante respondió con un <<Los 6 que estamos sobre el escenario, somos seres políticos. Y el disco ‘Un día en el mundo’ fue un gesto político por la forma de hacerlo, en una industria que en aquella época, estaba de aquella manera>>.

En definitiva, no fue un concierto al uso. Fue un documento en directo de un hecho que les cambió y nos cambió la vida. Un retorno a la nostalgia, un echar la vista atrás para no perder la esencia y encontrar en ese pasado, matices que puedan seguir iluminando el futuro de un grupo que ya ha hecho historia.  #ElDiscoQueCambióNuestrasVidas ya no solo tiene un recuerdo sonoro, sino que después del 30D, es toda una experiencia vital

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