28 marzo 2024

travis

Lejos queda aquel cuarteto que justo a punto de acabar los noventa nos encandiló con la magia nostálgica de “The Man Who” (1999), un disco que tuvo continuidad con el comercial aunque fabuloso “The Invisible Band” (2001). Eran los años dorados de los de Glasgow, sus atractivos y simpáticos videoclips capitaneaban las listas del momento y sus directos congregaban una multitud de público indie. Su pop nostálgico influido por el clima, pegadizo e inofensivo era fresco y juvenil.

Los años fueron pasando y la banda perdió fuelle, la publicación de aciertos (” The Boy With No Name” de 2007) se compaginó con algún que otro desastre (“Ode To J. Smith” de 2008), discos en solitario de Fran Healy, la creación de su propio sello discográfico (Red Telephone Box), los estigmas de “banda floja” y el oblido por parte de muchos de sus fans… Pero el cuarteto ha resistido titánicamente y ha seguido editando nuevo material y girando.

Así llega este “Everything At Once” de portada colorida y con diez cortes compactos que si bien no transmiten la emoción ni la espontaeidad que los de su época dorada, tienen su miga y nos pueden acompañar para animarnos los momentos mas aburridos.

Así “Magnificent Time” con su trote rítmico y su vuelta para cantar en coro en el pub del pueblo, o la afable “What Will Come” en la que la voz de Fran Healy (¡ojo sus pintas de hippie!) se luce sin tener que llegar a altas notas.

En “Paralysed” cargan contra la deshumanización de la tecnología con una intro a lo Joy Division y un desarrollo amable al son de unas percusiones incesantes y coros Ennio Morricone. También tiene tono reivindicativo “Animals” con un estribillo que recuerda a ciertos momentos de U2,

Desconcertante es la que titula el disco, guitarrera y llena de distorsión, su estribillo no acaba de cuajar.

El mejor momento lo trae “3 Miles High”, no falto de los ingredientes infalibles de la formación: composición redonda, interpretación sentida y dulce, mas melancolía a doquier. En la misma línea va “Radio Song”, que podría pasar por un tema de Weezer bajado de tono.

En “Ildewild” la voz de Healy se combina con la de la cantante jamaicana Josephine Oniyama quien le da una áurea especial. Mas insulsa es “Strangers On A Train” que busca una épica sentida que no acaba de alcanzar.

Con diez cortes esta banda surgida a principios de los noventa se mantiene en el candelero popie sin grandes esfuerzos, las melodías, la voz y el carisma siguen allí, la magia, pero se va marchitando cual flor en invierno.