17 abril 2024

El nacimiento de una compañía de teatro en nuestra Comunidad siempre es una buena noticia. Y que el público responda al empeño puesto en estos trabajos confirma la buena salud del teatro en nuestros días, a pesar del chaparrón de malos augurios que nos viene cayendo periódicamente por varios frentes. En medio de la tempestad la gente responde, resiste, se acerca contra viento y marea a las salas de teatro. Reconfortante.

Como reconfortante fue entrar en el hall del Teatro Zorrilla el pasado sábado día 26 de febrero y comprobar que medio centenar de personas esperaban pacientes en cola para ocupar las butacas de la Sala Experimental. El motivo: un montaje de la obra de Harold Pinter, The Lover, a cargo Phentesilea Teatro. Con AMANTES, texto traducido por Luis Escobar, Rosa María Ríos debuta como directora al amparo de esta recién creada compañía. Phentesilea es la que comienza su andandura, no Rosa María. Cuenta la actriz, además, con respaldo técnico y artístico experimentado para este proyecto, empezando por su compañero de reparto, Raúl Gómez (Fabularia), apoyo indispensable en este montaje.

Hay dos posibilidades a la hora de afrontar esta obra por parte del espectador. Por un lado, hacerlo sin tener la más remota idea de quien es Harold Pinter. Por otro, cabe hacerlo rescatando de la memoria colectiva su Nobel de Literatura y el significado de sus textos  para el teatro inglés del siglo XX. Todo ello sin retroceder mucho en el tiempo: a 2005 para encontrarle ya muy enfermo recibiendo el preciado galardón, a 2008 para situar su muerte tras una prolífica trayectoria literaria. Y digo esto porque tengo mis dudas sobre si embarcarse en el montaje del texto de un grande es una garantía o un tremendo riesgo, tanto para la compañía como para el espectador por las expectativas que puedan condicionarle previamente. Si tenemos en cuenta que The Lover, escrita en 1963, forma parte de la producción dramatúrgica exitosa de Pinter después de haber vivido algún traspié con la crítica, debería ser un sello de garantía. Más aun cuando esta obra es paradigmática de su estilo. Sin embargo, como la propia Rosa María Ríos aseguraba a la prensa antes del estreno, también supone una gran responsabilidad.

 
Tan solo dos actores, Rául Gómez y la propia directora, haciendo los papeles de tres personajes: una pareja en la cuarentena, Richard y Sarah, y el amante de ella. Sucesivas escenas en las que el peso de la acción recae sobre las conversaciones de la pareja: preguntas, silencios, reproches, elipsis buscadas. El espectador cree asistir a la intimidad de un hogar en el que reina la incomunicación, la insatisfacción, los celos, el juego aparentemente dañino, el hastío de un amor gastado al borde del precipicio. He dicho cree asistir deliberadamente. En palabras de Pinter, su teatro es realismo y no lo es…Giro de la acción, nada es lo que parece, vuelta a empezar, rodeo para llegar al punto de partida deseado.

La interpretación desconcierta al principio. La interacción entre los actores fue algo más floja en un inicio y Raúl se muestra rígido, articulando movimientos algo artificiosos. Conforme avanzan los minutos se sabe que todo forma parte de la definición (o indefinición) de su personaje dibujado en torno a lo absurdo, la obsesión y lo intimidante, incluso. La aportación de Raúl va siendo progresivamente un aliciente para el desarrollo de la historia y acaba siendo imprescindible para el sentido de la obra.

Un mérito importante del montaje es la forma de conjugar lo teatral con el carácter cinematográfico que requiere el texto, por el tema, por la sociedad en la que fue concebido y por los tiempos en que se trae a escena (desde los 60 hasta hoy, en múltiples ocasiones…). La esencia del teatro esta vez reside en la iluminación y en una escenografía visualmente atractiva, jugando con blancos y rojos, flexible y que permite dinamizar los cambios de escena realizados por los propios actores. Irremediablemente sobrevuela el elemento cinematográfico en algunas composiciones que bien podrían ser fotogramas de una película de Woody Allen: pareja en la cama en habitación cerrada mirándose con recelo de reojo mientras cada uno hojea su libro a la luz triste de una lámpara que parece absorber las miserias de la rutina. En este sentido, adecuado el lóbrego espacio de la Experimental.

Bien valgan iniciativas como ésta para mantener viva la memoria de una figura imprescindible en la literatura del pasado siglo.

Espectáculo: AMANTES
Autor: Harold Pinter
Compañía: Phentesilea Teatro
Dirección: Rosa María Ríos
Interpretación: Raúl Gómez y Rosa María Ríos
Lugar: Sala Experimental (Teatro Zorrilla)
Día: 26 de febrero a las 19:30 h.

2 comentarios en «Crítica de teatro: “AMANTES” en la Sala Experimental Teatro Zorrilla (Valladolid) – febrero 2011»

  1. Que pasa tío que el actor es amigo tuyo? nosostros lo vimos y era de un pasao que daba pena el colega.

  2. Hola Santiago,

    Nada más lejos de la realidad, no conozco de nada al actor al que te refieres. El punto de vista sobre los montajes es absolutamente independiente. Todas las valoraciones vertidas aquí son opiniones desde el respeto. Igualmente respetamos la tuya.

    Un saludo

Comentarios cerrados.