19 abril 2024

EL RUEGO DEL MONSTRUO

Cuarteto Teatro cerraba  para siempre el pasado día 5 de junio la puerta de la Sala Ambigú con PEDRO Y EL CAPITÁN.

He escrito para siempre cuando en realidad el contundente adverbio es aplicable a muy pocas cosas en la vida. Lo cierto es que esta vez es así: la Fundación Municipal de Cultura traslada definitivamente la programación teatral que venía acogiendo la mítica Ambigú al nuevo espacio habilitado en las estancias del Antiguo Matadero de Valladolid, el Laboratorio de las Artes (no sin poca controversia, dedicado a Concha Velasco)

Pero la citada mudanza será objeto de otro texto. Volvamos, pues, a PEDRO Y EL CAPITÁN. O Raúl y Pedro recreando la obra de Benedetti de la mano de Xiqui Rodríguez (Drácula, El último viaje).

Antes de comenzar la función los dos actores ya se encuentran dentro de un espacio trapezoidal blanco que absorbe el sonido obstinado de una máquina de escribir de dueño invisible tecleando nombres. Pueden ser los nombres cuya negación conducen a Pedro a la muerte física pero a la gloria de la integridad personal, victoriosa frente a la miseria moral. Las paredes blancas son las de un hospital, un psiquiátrico o una pesadilla donde el tiempo no existe y la angustia lo embadurna todo. No, es una sala de torturas. Así, se concibe un espacio que concentra el peso de la interpretación en una dosis de efectos brutales para el espectador. El monólogo inicial del capitán es sólo el camino preparatorio para una acción dramática que va provocando sin tregua estados de ánimo que están en la vida y en nosotros mismos pero que a menudo obviamos por destructivos: rabia, traición, odio, resentimiento, venganza, inseguridad, miedo. Miedo en la víctima y miedo en el monstruo que luego resulta no serlo tanto porque víctima y verdugo son en realidad uno solo o cualquiera de nosotros en otro lugar, en otras circunstancias: la maldad sin límites habita al lado de la debilidad enmascarada de fanatismo, en cualquier país, en cualquier tiempo.

Los distintos elementos conforman un lenguaje escénico combinando sobriedad con recursos multimedia que enriquecen los puntos de pista sin desviar la atención del trabajo actoral descarnado, el eje principal de la obra. Como aquel cubismo analítico que jugaba con la esencia de la realidad descomponiéndola en todos sus planos, la escenografía ideada para este montaje desdobla las vidas de los personajes, los disecciona para que el espectador pueda compadecerse y odiar y llorar a un tiempo.

Quizás Benedetti hubiera soñado una puesta en escena en la que la fuerza omnipotente de la palabra hiciera innecesaria la explicitud del deterioro físico del preso que angustia profundamente. Pero no está fuera de lugar la rotundidad de las formas cuando la contundencia del contenido se concibió para arañar por dentro, para arrastrar su mensaje por siempre.

Gran texto bien llevado, actores con mayúsculas, equipo cohesionado…Familia artística la de Cuarteto Teatro que ha creado un producto excepcional. Resultado: ovación de unas cuantas decenas de espectadores entregados a la emoción en grado sumo. Broche de platino como fin de una etapa entrañable para el teatro alternativo de Valladolid. En nuestra memoria queda el recuerdo de quienes dejaron inolvidables horas de trabajo y sueños sobre las tablas gastadas de la Ambigú.

Espectáculo: PEDRO Y EL CAPITÁN
Compañía: Cuarteto Teatro.
Género: drama
Dirección y Dramaturgia: Xiqui Rodríguez
Interpretación: Raúl Escudero, Pablo Rodríguez
Lugar y fecha: Sala Ambigú, 5 de junio de 2011