Lejos de beneficiar sólo a su autora, el enorme éxito de ‘Back To Black’, álbum con el que Amy Winehouse reabrió la veda del soul en 2007, también sirvió para que un grupo de imitadoras se subieran al carro y se aprovecharan del tirón, destacando entre ellas Duffy -especialmente- y Adele. Cuatro años después, contra todo pronóstico, ha resultado ser esta última la que más éxito cosecha de las tres. Pero mucho me temo que este éxito ha tenido más que ver con las adversidades de sus compañeras de profesión que con sus propios méritos. De Amy Winehouse lo último que se supo es que su discográfica rechazó las canciones reggae que ésta les presentó para lo que debería haber sido su tercer álbum. Por su parte, Duffy, que tuvo su momento de gloria, ha fracasado estrepitosamente con su disco ‘Endlessly’, hasta el punto de anunciar que está pensando en dejar la música. El resultado: Adele ha conseguido con su segundo álbum, ’21’, un éxito en las listas británicas comparable al de los Beatles.
El principal problema de Adele es que parece que por las venas le corre horchata en lugar de sangre. Y eso, dedicándote a un estilo de música que se llama soul, no es admisible, máxime si tenemos en cuenta que tu éxito se debe en buena parte al de Amy Winehouse, que proyecta una imagen totalmente contraria. Si incluso su primer single, ‘Rolling In The Deep’ a muchos nos pasó desapercibido hasta que John Legend hizo una versión a capella. No puede ser que otro artista tenga que venir a cantar tu single para que éste destaque.
httpvh://www.youtube.com/watch?v=rYEDA3JcQqw
En efecto, ‘Rolling In The Deep’ es una gran canción -su mejor canción, de hecho- a todos los niveles, tanto vocalmente -igual que el resto del disco- como melódica y líricamente -justo al revés que el resto del disco. No es que las melodías que tan bien canta Adele a lo largo de las trece canciones que componen ’21’ sean feas, ni mucho menos, pero son ramplonas, simples, sosas, sin ningún sobresalto ni sorpresa… exactamente igual que las letras -y probablemente igual que la propia Adele, ¿de verdad va a seguir titulando todos los discos de su carrera con la edad que tenga en cada momento?-. Donde Amy Winehouse hubiera hablado de llorar borracha en el suelo de la cocina, Adele habla de intentar no agobiar a la otra persona, donde Amy hubiera dicho “I told you I was trouble”, Adele dice ”I’ll be better to you”, donde Amy hubiera hablado de pollas húmedas, Adele habla de abrazos.
Afortunadamente hay unas cuantas canciones que salvan a ’21’ de acabar convertido en el nuevo álbum de cabecera del coro parroquial. ‘Take It All’ y ‘I’ll Be Waiting’, más o menos en la mitad, le ponen algo de emoción a un disco que va haciéndose más y más aburrido por momentos; pero lo verdaderamente destacable es la tríada final: ‘Someone Like You’, ‘If It Hadn’t Been For Love’ y ‘Hiding My Heart’. En las tres se deja entrever una cierta amargura insólita que le sienta más que bien y que, desde luego, funciona mucho mejor que el resto del álbum -y no ya sólo como sucedáneo de Amy Winehouse, sino a su manera, algo que parecía muy improbable y que, de hecho, sólo ocurre en estos tres temas. Vamos, que nos deja con la miel en los labios y no logra despegar del todo, pero con algo nos tendremos que conformar. Amy, vuelve ya. 5,8/10.
Evidentemente, esto fue escrito antes de que Amy muriera.