16 abril 2024

 

 

Una vez que has visto a Jero Romero en concierto, no puedes perderte todas las oportunidades que te brinda el destino para repetir semejante experiencia. En mi caso, la primera vez que pude disfrutar de su proyecto en solitario, alejado ya de los inolvidables The Sunday Drivers, fue en el Sonorama Ribera 2013, dónde aparecía con un puñado de canciones bonitas, emotivas, cercanas, aquellas que componían su debut en solitario (Cabeza de León) que nos conquistaron no tanto por su belleza, que también, sino más bien por su puesta en escena.

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Esa capacidad que tiene Jero para atrapar a los espectadores en directo se debe, en parte, a la banda que lo acompaña, unos músicos virtuosos, elegantes, con el poder de hacer crecer exponencialmente el encanto de las canciones. Ellos son Charlie Bautista (multiinstrumentista), Nacho García (batería), Alonso Ferrer (bajo) y Amable Rodríguez (guitarra).

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Así, el pasado 15 de Mayo se subían al escenario de la Sala Porta Caeli de Valladolid los músicos antes citados para rodear al toledano. Parco en palabras, no necesito mucho más que las letras de sus propias canciones para embelesar a la audiencia. Con esas letras tan cercanas que te pellizcan en ese lugar del corazón donde nadie toca y nadie llega. Poco a poco, fue desgranando su último trabajo; La Grieta que al igual que el anterior ha sido financiado mediante crowfunding. Y entre temas como “Los columpios”, “Leo” o “El ventanal” se iban alternando otros de su “extensa discografía”, como el mismo bromeó (“Las leves”, “Devolverte”, “Cabeza de León”)

En hora y media nos dio tiempo a emocionarnos, a cantar, a sonreír, a admirarnos de la habilidad de cinco personas para entrar en contacto con otras tan profundamente sin ni siquiera tocarlas. Y es que, por mucho que Jero lo niegue, cada vez si puede ser la única vez.