29 marzo 2024

FABIÁN, ARTESANO DE CANCIONES

El nombre de Fabián se escribe ya en el horizonte musical “de autor” con letras de cuidada caligrafía. Aquella que nuestros padres practicaban una y otra vez en sus cuadernos de la escuela hasta que el maestro consideraba que estaba perfecta. Tal es el esmero al que este chico nos tiene acostumbrados con su forma de hacer música.

El Café Teatro de Valladolid fue el lugar elegido por Fabián, gracias a las gestiones de Cuadrilátero Cultural, para el primer concierto de presentación de su último trabajo, Después del Incendio y otras cosas así, el pasado 10 de marzo.

Tras haber lanzado en las redes sugerentes adelantos desde finales del 2010, hace apenas un par de semanas su tercer disco salía a la calle provocando un goteo de halagos a los que el propio artista responde con una mezcla de humildad y timidez, pero con la seguridad de quien deja tras de sí un sendero de trayectoria firme, sin demasiadas vacilaciones, siempre guiado por el trabajo duro y la coherencia personal. Ya lo dice una de sus nuevas canciones que podría ser una definición de sí mismo: Hay hombres que deciden su destino, hay hombres que deciden esperar, (…), hay hombres que se pierden sin pedirlo, hay nombres imposibles de olvidar…Lo dice concretamente la séptima pista: La tempestad, etcétera, un punto de inflexión en el concierto del viernes a partir del cual la intensidad subía en proporción a la necesidad de un público que clamaba escuchar, una tras otra, las pequeñas joyas que suelen articular su voz susurrante.

Todo había empezado en un entorno íntimo, como un encuentro de amigos que se reúnen para hablar de sus cosas y de la vida, del tiempo y de la chica del bar con “carita de siesta” que tan bien tira las cervezas. Fabián se encontraba a gusto ante el público vallisoletano. Setlist a la carta. Buen punto de partida. Sólo con su guitarra y algún problema técnico subsanado con dilegencia, decidió empezar combinando clásicos con temas nuevos: de Pequeño Decimal a Oh María…La sensación de familiaridad fue máxima cuando Pepe López le arropó en el escenario para acompañarle en la percusión, atreviéndose también con un dobro Fender y algún “experimento” con el banjo del que el “pájaro” López salió airoso. De justicia es decir que los chicos del Pájaro Sunrise y otros amigos como Manolo Tarancón han apoyado a Fabián desde el principio. En el seno de la tempestad Sinde, la última aventura de Fabián con La Viejita, demuestra que es posible otro modelo de producción y distribución discográfica basado en la honestidad, el uso ejemplar de las redes sociales y la filosofía del compartir en su justa medida como fundamentos de directos de calidad.

Pero volvamos al Café Teatro. Irrumpía Pepe López en el escenario junto a Fabián, como decíamos, y se fraguaba un ambiente de complicidad entre la delicadeza propia de temas como Páginas tuyas, Apenas, Palabras raras o Diecisiete y la cercanía con un público entregado a esas letras lejos de sentimentalismos innecesarios, concentrados de verdades cotidianas, gracias al don que inspira al verdadero artista: el arte de decir mucho con poco. Fabián ha demostrado que lo es porque da a luz canciones para escuchar sin prisa, de relecturas infinitas, canciones que se hacen grandes con el tiempo, que ganan con cada escucha.

Así las notas iluminaban rostros y dibujaban sonrisas. Comprobábamos que las melodías de este trabajo mantienen la esencia de Espera a la Primavera (2007) y Adiós, Tormenta (2009) con algún toque eléctrico novedoso pero conservando la riqueza en matices instrumentales, apostando por las melodías brillantes y cálidas que envuelven las imágenes de sus composiciones.

Las cenizas de Después del Incendio parecían anunciar el final de la noche para culminar en La Huida. Pero llegaron los esperados bises. Sonó Piedras y la guitarra de Fabián enhebró otros temas imprescindibles: Adiós Tormenta, Atardeceres, Dos Violetas…Para entonces el auditorio ya se había dejado seducir por completo.

Le esperan por delante a Fabián muchas otras oportunidades para encontrarse con un público ya enganchado sin remedio a su música. Él ya tenía ganas de acción. En sus palabras, ya deseaba volver a pisar todos esos escenarios en los que tanto me divierto, y descubrir algunos nuevos en los que seguir pasándomelo bien mientras os canto mis pequeños incendios, y lo que los ha originado, y lo que pasa después, y otras cosas así.