20 abril 2024

Caustic Roll DaveSábado 18 de junio, diez de la noche, sala Sidecar, Barcelona. Las noches ya empiezan a ser calurosas. Con ese calor típico de las ciudades del mediterráneo. Sofocante, pegajoso, sin perdón ni compasión. La noche se merecía una banda sonora, y nada mejor que el blues cavernoso de Caustic Roll Dave seguido de otro blues de marca, completamente desquiciado y pantanoso. Este tipo de blues se lo trajeron Guadalupe Plata desde ese sur de España oculto a nuestros ojos. Tiene que estar oculto porque si no no me explico

de donde sale ese sonido tan auténtico y alejado al mismo tiempo.

Caustic Roll Dave, autóctono de la ciudad condal, se encargó de abrir la noche demostrando que no se necesita a toda una banda para poder crear música de atmósferas opresivas. Solo hace falta tener unas bases potentes, buen toque de guitarra y mucho ingenio con diversos juguetes. Consiguió embaucarnos con los ecos de los megáfonos, acompañados de las notas eternas de su teclado, pero sobre todo de su blues más básico y directo. Pasando de canciones más clásicas, como su Lord, don’t Wanna Die Alone, hasta otras más arriesgadas, casi rozando géneros como el hip-hop. Y por supuesto estaba la armónica. Si un instrumento pertenece al blues, esa es la armónica, y aquí no podía faltar. Poco más de media hora de blues descarnado que sirvió para caldear, aún más, la noche. Sobre todo, no dejó indiferente.

Guadalupe PlataNo podemos olvidar que el Blues es el padre, en más de un sentido, de prácticamente toda la música popular que conocemos hoy en día. No se le llama música de raíces por nada. Un buen blues nos arrastrará hasta lo más primitivo de nosotros mismos. Es básico, es directo. Es perfecto. O por lo menos, así es el blues de Guadalupe Plata. Sin casi mediar palabra, salieron al escenario y se pusieron a tocar. Batería acompañada de maracas y cencerros que evocaban paisajes lejanos. Un bajo compuesto por un palo, una cuerda y un cubo de metal. Y una guitarra endemoniada, que escupía veneno con slides imposibles. Guadalupe Plata empieza a tocar y no para. Te acribilla sacando lo más oscuro que hay en ti. No puedes dejar de seguir su ritmo.

Las canciones de su disco, homónimo, sonaron con vida propia, recreadas, más desgarradas. Los mejores momentos de la noche fueron, sin duda, las interpretaciones de Serpiente Negra, Gatita, Pollo Podrío o esa versión de Lorena que no quería terminar nunca. Merece mención especial la aparición de Caustic Roll Dave, al final del espectáculo antes del bis, que acompañó con su armónica a la banda para terminar de redondear la sesión.

La calidad de Guadalupe Plata es indiscutible. Es uno de esos grupos auténticos que todo el mundo debería poder disfrutar en directo. Eso sí, verlos en vivo es lo más cerca que estaréis nunca de pactar con el diablo.