Rush firmaron en 1980 uno de los discos más importantes de su carrera, y un disco indespensable de aquel lejano año en el que algunos de nosotros nacimos. ‘Permanent Waves’ significó una huida del sonido de la banda hacia derroteros más poperizados (a su manera) y en los que los sintes también intentaban asomarse al protagonismo que la década requería.
Los canadienses lograron calar en otro tipo de público con este séptimo trabajo, en el que aprovecharon las bases que habían sentado en los 70 y lograron adaptar el rock progresivo a una nueva época, sin dejar de lado sus complejos arreglos melódicos y una temática lírica que lejos de caer en la rutina, indagaba en lo metafísico al más puro estilo X-Files. Adaptar esos riffs del heavy-metal a poderosos cambios instrumentales, y acercarse al sonido de grupos como Yes o los Led Zeppelin, les sirvió para que incluso la crítica musical que les había dado bien de palos, rindiera pleitesía ante el power trío.