23 abril 2024

santaclaus-cokeEstamos en fiestas navideñas y es inevitable que nos inunden las luces, los adornos y los tipos vestidos de rojo. En mi casa siempre hemos sido de esos a los que los regalos los trae el niño Jesús, aunque mi padre era más de los Reyes Magos, pero el tipo de rojo está omnipresente y eso hay que reconocerlo. Cuando pienso me vienen tres ideas distintas… por un lado tenemos a San Nicolás el que resucitó a unos niños asesinados, por otro lado está niño que daba regalos y después el tipo de rojo que tanto identificamos con América; lo curioso es que realmente es todos y ninguno de ellos. De pequeño pude ver un largometraje (cuando los ponían a las mañanas) del que tengo muy buenos recuerdos; era de stop-motion sobre este alegre personaje, son pequeñas imágenes las que tengo y me encantaría poder volver a verlo.

Ya que he empezando nombrando a San Nicolás, supongo que es el primer y más lógico pensamiento, pues seguiremos por ahí. Antes de hacerlo voy a dejar claro que esto no es una lección de historia, solo unas ligeras pinceladas. El que quiera saber más tiene a su disposición una gran cantidad de libros y películas acerca del tema. Este santo, cuya celebración sería el 6 de diciembre por su supuesta muerte, nació en Turquía de familia rica que falleció cuando era niño y a consecuencia heredó toda la fortuna que repartió entre los más necesitados. Con un tío obispo fue ordenado sacerdote (más tarde tomaría el relevo de su familiar) y se marchó a vivir a un monasterio. Cuenta la leyenda que volviendo de visita en Tierra Santa llegó hasta Mira; allí la reunión eclesiástica (sacerdotes y obispos) no lograban decidir quien debía ser el nuevo obispo de la ciudad y zanjaron el tema de esta forma “será obispo el próximo sacerdote que entre en este templo”, siendo justamente el hombre que en el futuro sería conocido como San Nicolás el que entró por esa puerta. Como buen santo tiene unos cuantos milagros en su haber, pero sin duda el más relevante (que comenté al principio) fue el de los niños que curó. Se cuenta que un criminal pasó por el cuchillo a un grupo de niños y los metió en un barril, pero los rezos del santo hizo que todas sus heridas se curaran; motivo este por el que es representado muchas veces con pequeños a su alrededor.

También hay que comentar el caso de un anciano padre que no podía casar a sus hijas, eran pobres y no podían dar dote. Durante varios días el santo dejaba monedas de oro en la casa a través de la ventana, se dice que en los calcetines que había cerca de la chimenea, logrando que al final fuera posible el casamiento de las hijas.

Y no hay dos sin tres. Así que comentaremos que también es patrono de los marineros, ya que encontrándose un barco en una terrible tormenta rezaron a Dios de esta forma “Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos”, allí apareció San Nicolás encima del barco, bendijo las aguas y estas se calmaron desapareciendo el santo tras esto. Ahora pasamos a la historia del niño que daba regalos, de cuya historia hace poco hicieron una película con el nombre “La leyenda de Santa Claus”.

Esta historia trata sobre un niño que se llamaba Nikolas y que, al igual que el santo, perdió a su familia. La leyenda dice que fue el mismo día de Navidad y que el pobre pequeño quedó al cuidado de todo el pueblo. Por el cariño con el que era tratado decidió tallar juguetes (de madera, claro) que iría repartiendo cada año entre las familias que lo criaban, ya que era un pueblo pobre y no podía estar más que un año con cada familia. Siendo adulto siguió con esta costumbre, pero marchando por los pueblos cercanos a regalar sus juguetes y muriendo muy anciano. Aunque su labor se seguiría realizando por el cariño que la gente sentía, finalmente convirtiéndose en una costumbre. Esta idea se entremezcla también con el mito de Joulupukki en los países escandinavos. Este personaje, bien similar a su variante americana, no es tan irreal como se podría esperar ya que realmente visita a los niños pues existe la costumbre de que un miembro de la familia se disfrace y entre en la casa, en la que los niños esperan vestidos de duendecillos a los que dará caramelos y juguetes (si han sido buenos claros). Lo extraño de esta tradición, hasta donde he podido saber, es que viene de otra muy distinta en la que hombres vestidos con pieles de animales asustaban a las familias, para así conseguir las sobras de su comida, además de (lógico viendo la historia) no dar regarlos y más bien exigirlos.

Y por supuesto en este breve recorrido llegamos hasta el Santa Claus americano que, así funciona la historia de ese país, llegó hasta allí de la mano de gente de otras tierras. Aunque se considera que fue en el siglo XVII cuando apareció Sinterklaas (que bebe de San Nicolás) y más tarde su derivación en el nombre de Santa Claus esto no es del todo conciso, pero en cambio si lo es que el conocido escritor Washington Irving fue el culpable de este cambio en la pronunciación aunque no fue solo eso, ya que en un poema de Clarke Moore se define más la figura del que será el actual personaje. Lo cierto es que aquí aparece como un pequeño duende, lo que quizá explica el porqué yo también tenía esa idea rondando por la cabeza antes de ponerme a escribir este texto. Thomas Nast fue el responsable de la imagen redondeada y con barba a la que estamos acostumbrados, a quien vistió además en recuerdo a los obispos del pasado y los colores que usaban. Todo esto además mezclado con otros tradiciones como Inglaterra y Francia, donde Noel significa navidad. Pero lo más relevante para llegar hasta la parte actual es el momento en que apareció Coca-Cola y pasó de ser una estrella invitada a un galán de Hollywood. Habdon Sundblom fue el pintor encargado de la conocida y legendaria (más bien leyenda urbana) en la que este personaje alcanzaría su total popularidad; si bien hay que considerar que no es cierto que vista los colores de Coca-Cola ya que hay representaciones anteriores con tales colores, aunque también con el verde que ha sido uno de los más característicos.

Y no mucho más, que luego se me quejan por hacer textos muy largos y espesos.

Así que… no sé… ¡Felices fiestas a todos!