19 abril 2024

Valladolid dio la talla y recibió como se merecía a uno de los guitarristas de blues más importantes de toda la historia. Un lleno absoluto para el directo que Johnny Winter ofrecía en el Patio de San Benito dentro de la programación estival de conciertos de la ciudad.
Más allá de las consideraciones típicas sobre su estado de físico o de salud, de que deba tocar sentado en una silla, a la que llegó por su propio pie a pesar de los rumores foreros que indicaban que era necesario llevarle a cuestas, o de que esté prácticamente ciego todo se olvidó cuando el genio de Texas agarró su guitarra y durante hora y media diseccionó un estilo, el blues texano, del que es padre físico y espiritual.

Influencia y base de muchos músicos y diferentes estilos por su forma de tocar anteponiendo lo espiritual a lo académico a pesar de su técnica, debemos a Winter alguno de los hechos musicales más importantes de la historia como su participación en el mítico festival de Woodstook, aunque se quedara fuera de la película oficial, y sobre todo el relanzamiento de la carrera de Muddy Waters cuando llevó al genio del Mississipi de nuevo a los estudios de grabación, y aunque ya no sea el joven impetuoso que brazo en alto gritaba Rock And Roll en sus shows aún queda mucho fuego en su interior como demostró el pasado sábado.

El concierto empezó a un ritmo frenético con un tema instrumental que supuso la única oportunidad de lucimiento de su guitarra rítmico Paul Nelson, antiguo integrante de la banda de metal de los 80 Liege Lord, que se mantuvo en un discretísimo segundo plano durante toda la velada y que no brilló de la misma manera que Vito Liuzzi a la batería, que también apoyó en las segundas voces, con una pegada impresionante, y sobre todo el bajo de Scott Spray, con un estilo muy personal en su forma de tocar y un gran dinamismo rítmico que le permitió entrar y salir de los patrones musicales de las canciones para enriquecerlas con su toque.

Pero el protagonismo era para el guitarrista de Texas que desde la versión inicial de Hideaway demostró que aún conserva toda su magia en las manos. Enfundado en una camiseta negra y con un gorro tejano que le cubría la cara, protegiéndole de los flashes de las primeras filas que dañan su precaria visión, nos atacó con una demostración de blues eléctrico fronterizo, mucho más cercano a Jimi Hendrix que a sus compatriotas de Chicago. Una pequeña presentación y de su guitarra Erlewine salieron los primeros acordes del tema de Fabulous Thunderbirds, Sugar Coated Love, más reposado en tempo que la anterior. Las primeras impresiones son buenas. Se ha instalado para esta noche un montaje de luces más acorde a un espectáculo de rock, en contraposición a la sobriedad de anteriores actuaciones en este emplazamiento, y el volumen es mucho más alto, quizás excesivo ya que los que nos situamos en la parte más alta recibimos demasiada saturación y nos impide apreciar con claridad la voz de Johnny que está más ronca que en giras anteriores y que necesitará unos cuantos temas más para entrar en calor.

Esta noche es de boogie rock y lo demuestra con She Likes to Boogie Real Low en la parte inicial del concierto y sobre todo en el primer tema de los bises, Mojo Boogie, por fin armado con su clásica Gibson Firebird y el slide que desplazó por las cuerdas con una fiereza y rapidez endiablada como haría en la final Highway 61 Revisited, tocada a altísima velocidad y donde desliza el tubo hacia la zona más aguda de las cuerdas consiguiendo un efecto chirriante y cautivador. Tenía ganas de verle interpretar este tema desde que lo visioné en el concierto homenaje de Bob Dylan, donde dejó boquiabiertos a los guitarras más clásicos del género y es que a pesar de llevar interpretando este clásico desde el 69 lo ha convertido en algo tan propio como Hendrix hizo con All Along The Watchtower.

De los momentos mágicos de la noche me quedo con la interpretación de I´m Tore Down donde el clasicismo blues le acercó a Stevie Ray Vaughan como le ocurrió en Miss Ann (original de Little Richard) con su ritmo tan marcadamente blues y sobre todo los solos del tema de Sonny Boy Williamson, Good Morning Little Schoolgirl, aunque su precisión y su velocidad en el diapasón no son las de antaño, lo que no deslució un tema que hizo que algunos de los presentes abandonaran sus localidades y se encaminaran a los pasillos laterales para poder bailar con libertad, y sobre todo la reválida de hacer los honores a Red House del mismísimo Hendrix y que salvó con nota sustituyendo velocidad por feeling blusero.
Los instantes más clásicos y reposados llegaron con Don´t Take Adventage of Me, donde la voz sonó realmente bien aunque los pasajes instrumentales y los solos tuvieran más protagonismo que las partes cantadas durante toda la velada. Puede que Johnny Winter haya vendido su alma al diablo del blues como todos los grandes que llegaron antes que él, pero tras lo visto en Valladolid queda claro que se está aferrando a la vida con todas sus fuerzas y que el día que estas le fallen seguro le encontraran sobre un escenario.

Una noche mágica de blues, para redondear una semana perfecta del género que en mi caso empezó con el concierto de los locales Bluedays en El Llantén, y sobre todo la oportunidad única de ver en mi ciudad a una leyenda que continúa activa por los escenarios y en una gran forma, permitiéndome imaginar el escalofrío que debería ser ver a este hombre actuar hace veinte años. Afortunados somos de estar viviendo uno de los momentos de actividad musical más intensos de las últimas décadas, con multitud de grandes formaciones actuando de manera continuada en la ciudad, ahora solo queda que el público siga respondiendo de manera adecuada y que se apueste también de forma decidida por las bandas locales y así conseguiremos situarnos en la vanguardia cultural de la zona centro, que no solo de Valladolid Latino vive el hombre, afortunadamente.

1 comentario en «Johnny Winter @ Patio de San Benito, Valladolid: 24/07/10»

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