A punto de cumplir los 76 años, una de las leyendas vivas de la música popular, Leonard Cohen, apareció ayer por los escenarios ourensanos, para ofrecer su único concierto en España, en el marco del tour que lo está llevando por un puñado de ciudades Europeas y en colaboración con el Xacobeo.
Poco después de las 21.00 horas, con su eterno sombrero, lazo al cuello y traje perfecto de Armani, el pequeño canadiense compareció, saltando y corriendo, para mayor fervor de las 4.000 personas que conformaban el público asistente, y que, tras horas de espera, y meses desde la confirmación del concierto, por fin podían estar en comunión con su ídolo.
Así arrancaba el concierto, y entre los aplausos y vítores del público, comenzaba a sonar “Dance me to the end of love”, y la escena se repitió durante toda la noche, en la que bastaban unos acordes de guitarra, para que el bueno de Leonard se sintiera sumergido en un mar de gente. No faltaron ninguno de sus temas cumbre, y tocó todo lo que sus fans querían oír, y poco antes del descanso, casi obligado tras tanta emoción, sonó la ya eterna Suzanne, la cual sucumbió ante el atronador aplauso del público.
Al igual que el buen vino, a Leonard Cohen parece que los años le sientan muchísimo mejor que a otros artistas de su generación y que a otros muchos mas jóvenes, y es que a Leonard el monje, parece que la meditación y los mantras le hayan hecho mella en su voz y suene con más matices e intensidad que en los 70´s y 80´s. Una delicatessen para el oído.
Volvieron al escenario el y sus tremendos músicos, inmaculados como el, para tocar Tower of song. En esta segunda parte del concierto cayeron uno tras otro clásicos inmortales como, ¡Hallelujah!, So Long Marianne o Your famous blue raincoat, y todo el mundo contento, quedando demostrado porqué las entradas se habían agotado, en un abrir y cerrar de ojos tras su puesta a la venta.
Esta misma semana sale a la venta su nuevo disco que recoge las canciones de la gira anterior a esta que nos ocupa. Lo que queda justificado es que cuando se tienen argumentos, como tiene el gran Leonard, sobran artificios, y eso tras tres horas y media cortas de concierto, pero llenas de nostalgia y saber hacer, tiene mucho, pero que muchísimo mérito.
texto por Pedro Clavería
fotos por Pablo Araújo pabloaraujo.com
me hubiera encantado poder ver este concierto, cosas así no pasan todos los días