El pasado 9 de diciembre de 2024, recibíamos con total expectación la visita de King Hannah, el dúo de Liverpool compuesto por Hannah Merrick y Craig Whittle. La cita, enmarcada en la gira de su segundo álbum, ‘Big Swimmer‘, lograba congregar a un público diverso y absolutamente devoto de la banda, que con su último disco ‘Big Swimmer’ empezaba a escurrirse en los tops del año en las diferentes publicaciones musicales a lo largo y ancho del globo. El todo vendido se lograba poco antes de su cita en Madrid, el boca oreja y el maravilloso recital que la banda aportan al directo no era algo que cualquiera se quisiera perder, con unas Navidades a la vuelta de la esquina y un frío en estado creciente, el mejor refugio era la hoguera de sus composiciones.
La noche comenzó con la actuación del británico Joe Gideon, que fue desglosando su particular propuesta folk a ratos purista, a ratos experimental, para dejar el patio preparado para la banda.
Y es que poco se retrasaron Hannah y Craig, bien respaldados en el púlpito con unos músicos magistrales, un buen retablo al que rendir culto desde nuestra posición entre el público, hipnotizados desde el primer momento por esa presencia vampírica de la cantante, ese susurro que nos arrastra a ellos cual canto de sirenas, un desbordante talento y talante, capaz de contener a las masas reunidas en la Sol, llevándolos de la mano ante un silencio supulcral.
‘Somehwere near El Paso’, ‘The Mattress’ o ‘Milk Boy’ daban el inicio a su directo, un dark-folk, teñido de una electrizante y mágina atmósfera, que bien nos podía traer a la cabeza el punch de Portishead que el intimismo de Bill Callahan, la primera etapa de PJ Harvey o al mismísimo Tom Waits. Todo ello rodeado de ese halo de post-modernidad que tiñe su lírica y sus pasajes sonoros por una melancolía paisajística sobrecogedora. ‘Go Kart Kid’ y ‘Suddenly, Your Hand’ también eran recuperadas en la velada, a caballo entre la luminosidad y la introspección, a veces cerca del spoken-word fronterizo, en ocasiones susurros donde todo se apaga alrededor nuestro quedando nosotros y los de Liverpool en un mismo plano.
‘Davey Says’ también de su último trabajo, daba paso a su particular cover de Bruce Springsteen, ‘State Trooper‘, tema llevado a su terreno y dotado de una nueva vida. ‘Crème Brûlée‘, recuperado de su EP ‘Tell Me Your Mind and I´ll Tell Your Mine‘, volvía a sumergirnos en ese halo entre lo místico y lo profano, noqueándonos por completo antes de que llegara uno de los temas fetiche de la banda. ‘Big Swimmer’ se hizo esperar, inmersión catártica, comunión ante lo que estaba aconteciendo en una sala El Sol rendida e hipnotizada, mecida y apabullada ante las composiciones de los KH.
Por si había alguna duda, la Navidad también llegaba de la mano de la banda y ‘Blue Christmas’ se tornaba también cercana a su universo particular, dejando de lado a Presley y celebrando las fechas de la mejor manera que saben hacer, abrazando una guitarra y cantando al amor y a la soledad de la manera más romantica y pacífica posible, como acabamos nosotros la velada.
