29 marzo 2024

El pasado día 18 de marzo presentaba el Teatro Zorrilla el archiconocido TARTUFO, obra escrita por Molière en 1664  en una versión traducida por Mauro Armiño bajo la dirección escénica del argentino Hernán Gené.

Si hay algo que hace grande a un dramaturgo es la creación de tipos humanos que encarnan pasiones universales susceptibles de perdurar en el tiempo sin perder vigencia. El impostor que se aprovecha sin escrúpulos de la bondad de su bienhechor  es una figura habitual en la Literatura. Pero identificarla con la de un falso devoto cristiano es algo más controvertido y fue lo que le costó a Molière la desconfianza de la corte francesa y le acarreó serias dificultades para representar su obra, que no pudo estrenar en toda su plenitud hasta cinco años después de haber sido escrita.

La mentira, la hipocresía y el engaño han acompañado a las acciones humanas a lo largo de todos los tiempos, por lo que la representación de TARTUFO tiene sentido hoy igual que lo tenía hace cuatros siglos. Por eso hubiera podido ambientarse en cualquier época o lugar…Pero Hernán Gené, el director de este montaje, ha elegido los años 20. Y en consonancia con ello, el mobiliario, el vestuario, la música y las referencias explícitas al cine mudo acercan a nuestro siglo el ambiente barroco en el que se gestó la obra.

Aunque se podría haber explotado más el estilo decó propio de los 20, la escenografía resulta estudiada y estéticamente agradable. El predominio del granate simboliza la suntuosidad que se imagina propia de una casa acomodada y este color queda contrastado con el efecto luminoso de una gran cristalera y con el verde de los motivos vegetales.

Se trata de un buen trabajo de dirección con puntualizaciones en cuanto a la interpretación. En primer lugar, al margen de este montaje en concreto, hay que advertir del peligro que suponen ciertas obras de teatro en las que el cartel nos regala caras televisivas. Son demasiadas veces las que el gancho del rostro conocido deviene en una interpretación mediocre, con evidentes carencias de actores que jamás han experimentado, antes del lanzamiento de un montaje “mediático”, “el directo” del verdadero teatro. No es exactamente el caso de los actores de este montaje, cuyo trabajo fue correcto con algunas matizaciones, válidas para la representación del viernes pero que podrán pulirse a lo largo del rodaje de la obra (se había estrenado una semana antes de las funciones de Valladolid). Las actuaciones de José Ángel Egido y de Nathalie Seseña destacaron sobre las demás. La del primero por su estudiada ponderación, la segunda por la expresividad y desenvoltura que su personaje requería. Por otro lado, especialmente al principio de la representación, los actores declamaban el texto excesivamente rápido. En las transiciones que emulaban secuencias de cine mudo, aunque interesante recurso de transición entre acto y acto, la interpretación se hacía algo forzada, lo que no deja de poner de relieve el mérito de aquellos actores en blanco y negro que deleitaron sin palabras las tardes de nuestros bisabuelos.

Resulta curiosa la versión argentina de un apuesto Tartufo de ademanes afectados, interpretado por el propio Gené, y algo excesiva, por estrambótica, la del personaje que representa al guardia que irrumpe como todopoderoso garante de la ley.

Desde luego, si el espíritu de Molière visitó el Zorrilla el pasado fin de semana debió de parecerle surrealista este TARTUFO. Pero tiene que entender que la creatividad es el bálsamo de los malos tiempos.

 

Espectáculo: TARTUFO
Compañía: LAZONA
Dirección: Hernán Gené
Versión: Mauro Armiño
Interpretación: José Ángel Egido, Nathalie Seseña, Itziar Miranda, Roberto San Martín, Hernán Gené 
Lugar: Teatro Zorrilla
Día: viernes 18 y sábado 19 de marzo