20 abril 2024

Llevar unos meses enganchado a los discos de los setenta de Rod Stewart (todos de rodillas por favor) y  que se presenten los más dignos seguidores del escocés por las salas de conciertos de nuestro país es una auténtica maravilla. Y ni siquiera necesitan poner como pretexto el lanzamiento de su nuevo trabajo, el más que recomendable Set Fire To It All, ya que cuando Sulo y los suyos se suben a las tablas lo que comienza es una fiesta de Rock And Roll en la que caderas y pies se disparan y las cervezas no parecen saciar la sed.

Diamond Dogs llevan ya veinte años en la carretera y les quedan aún bastantes más por el simple hecho de que el rock macarra, sentido y chulesco (que no exento de clase) no va a pasar de moda, y aunque a la audiencia que llenó la Sala Moby Dick de Madrid le costó perder los papeles, tanto que Sulo hasta en tres ocasiones les increpó con frases del tipo ¿no os recordaba tan educados? o ¿no habeis bebido lo suficiente? haciendo una vez más gala de la apatía del público de la capital, ellos echaron leña a un fuego, valga de metáfora por el  calor del recinto, que al menos por su parte no parece se vaya a extinguir.

Para esta ocasión su formación se componía de tan solo un guitarrista que por desgracia no fue Stevie Klasson (hubiera sido la leche) sino Lars Karlsson y que estuvo impresionante a las seis cuerdas aunque si que se echó en falta en determinadas ocasiones un poco de ayuda en el ataque de las canciones. Menos mal que el teclado de Duke Of Honk , esta vez haciéndose acompañar de un precioso órgano suplió muchos de los huecos musicales de las canciones  y que aunque el volumen de Magic Sunnarsson al saxo tenor (y maracas, cencerro etc…) no tuvo la relevancia necesaria si que conjuntamente se pudo disfrutar de un show en el que la presencia y carisma de Sulo llenó todo el escenario y nos hizo navegar desde el rock de la inicial Set Fire To It All (su sonido más característico) al honky tonk On The Sunny Side Again (ambas de su nueva obra) pasando por  sus clásicos Charity Song (el primer punto fuerte de la velada), Honked (que sonó tan primitiva y macarra como hace 20 años) o un stoniano  Lift It Up, solo de guitarra tras la cabeza incluido, que pareció por momentos despertar a los presentes con sus coros

Hubo momentos más tranquilos como una relajada Spare Me The Last Joke, la melancólica Rush For Comfort con su poso soul o el blues arrastrado a golpe de pianola de Yesterdays Nymph pero la recta final del show nos trajo lo mejor con la salvaje Goodbye Miss Jill (si no se te van los pies con esto visita a tu médico) y Bound To Ravage (temas como este han forjado su reputación) donde la voz de Sulo tuvo alguna dificultad

Me sobró que para que Sulo se cambiara de ropa dejara sobre el escenario a su jovencísimo batería Johannes Nordell, esta vez guitarra en mano, realizando su soporífero impas musical y me faltó, como he dicho al principio, algo de actitud por parte de la audiencia para empujar a la banda a seguir tocando una vez que el desenfrenado rock and roll de Bite Off, el momento más acelerado de la noche, se había apagado.

De todas maneras nunca jamás nadie se habrá podido sentir decepcionado ante un concierto de los suecos ya que Diamond Dogs ofrecen lo que realmente uno va a buscar, una fiesta de rock and roll con sabor añejo, toneladas de savoir affaire y la presencia escénica de uno de esos vocalistas que dan prestigio y categoría al género. Tras tantos años en el escenario, cambios de formación y algún que otro bajón de calidad (ahí está su pasado Most Likely del que ni siquiera incluyeron un tema en el set list) los de Sulo tienen claro que no van a cambiar los designios de la historia musical con su banda pero también es cierto que la alegría que desprenden nos hace sentir ganas de volver a acudir a uno de sus incendiarios shows.

Actuar cada noche como si fuera la última y acabar compartiendo fotos y cervezas con la audiencia. Esto les hace cada vez más grandes.