19 abril 2024

Los que me conocen saben que no desaprovecho la oportunidad de ver a cualquier grupo que me motive en concierto y que suelo ser relativamente fácil de complacer cuando se trata de disfrutar de una banda sobre las tablas, sin embargo tras unos cuantos cientos de directos a cuestas es inevitable que tu cabeza guarde como inolvidables un número muy reducido de noches y sin ninguna duda cada vez que he tenido la oportunidad de ver a The Bellrays en directo, y ya son unas cuantas, ha sido especial.

Lisa Kekaula y Bob Vennum son la pareja musical (y personal) definitiva del rock soul de nuestros días gracias a su manera de entender que los guitarrazos de MC5 o la áspera fiereza de los Stooges de Iggy Pop se pueden encontrar y cohabitar con la energía de una desatada Aretha Franklin o la clase de Ella Fitzgerald y provocar una eclosión musical capaz de volarte la cabeza. Porque si tuviera que resumir el concierto de The Bellrays en la Sala Oasis de Zaragoza sería con una combinación de recuerdos de música a volumen atronador, calor, gente bailando y golpeándose en pogos dignos de un show de hardcore y una especie de celebración vudú que se iniciaba como misa gospel y finalizaba en aquelarre.

Zaragoza en plenas fiestas  no dejaba un centímetro de asfalto libre y mientras en la Plaza del Pilar Ana Torroja amenzaba con martirizar a varios miles de incautos a pocos metros, en la Sala Oasis, un antiguo teatro reconvertido en discoteca, con muy buen sonido y un escenario amplio y alto saltaban a las tablas la banda invitada de la noche, The Faith Keepers, presentando las canciones que formarán parte de su segundo disco Leap Of Faith, con ocho músicos sobre el escenario, incluidas percusiones y sección de vientos y demostrando que existe inteligencia soul en esta tierra baldía. Lo de esta gente es soul clásico, pero no del suave y meloso sino del sucio y lascivo, mucho James Brown y Otis Redding con un gran cantante que aglutina todas las miradas con su hiperactividad, sus bailes clásicos y sus movimientos escénicos, un personaje que cautiva a los espectadores. Al grito de “hermanos y hermanas” enlazaba canciones que en ocasiones jugaban con el jazz o se iban hacia lo latino (con la vena portorriqueña por bandera) e incluso a percusiones más africanas. Muy interesantes y una banda a seguir.

Recuerdo el concierto de Bellrays en la Sala El Sol hace casi dos años, en la presentación de Black Lightning, como una experiencia única. El vinilo salía a la venta un par de días después, aunque al final del show lo pudimos comprar allí, y la banda interpretó su nuevo trabajo en su totalidad dándonos la oportunidad de conocer los temas por primera vez en su versión en directo. La cita de Zaragoza, que junto a Bilbao el día anterior eran únicas en España, se preparó un par de semanas antes por petición de Lisa y Bob que querían hacer un par de actuaciones antes de encerrarse en un estudio en Madrid para empezar a registrar su nueva obra, así que a priori podía darse la situación de poder de nuevo disfrutar canciones nuevas en riguroso estreno. Sin embargo en esta ocasión The Bellrays se guardaron el as en la manga y tiraron de clásicos para volver a interpretar Black Lighting en su totalidad y repasar de manera exhaustiva sus últimos trabajos, Hard Sweeet and Sticky y Have A Little Faith (este aún con el gran Tony Fate antes de emigrar a The Hangmen) y dejar para la traca final algunas píldoras de su etapa más pretérita y garajera como Revolution Get Down con ese toque sucio y negroide y una  Blues For Godzilla (única aparición de su disco clásico Meet The Bellrays) hiper soulera y macarra que acabó con los protagonistas extasiados por el suelo.

Hasta entonces y durante hora y media The Bellrays tocaron 26 canciones casi sin pausa y pusieron al público de Zaragoza al borde del éxtasis (como se nota cuando uno sale de las ciudades habituales de conciertos la entrega de los asistentes) y apenas hubo lugar para tomar aliento entre la hiper velocidad punk de On Top, Detroit Breakdown o mi favorita Hell On Earth, el rock festivo de Power To Burn, el clasicismo soul setetentero de Infection o Black Lightning con el único pequeño respiro de Blue Against The Sky, interpretada a guitarra y voz, y la mayúscula Have A Little Faith In Me.

En esta gira han reclutado para su banda a dos músicos españoles, Pablo Perez al bajo y Ramiro Nieto a la batería, ambos miembros de The Right Ons, que hicieron un trabajo espectacular aunque el centro de atención constante sean los movimientos nerviosos de la gran musa del soul Lisa Kekaula y de un Bob Vennum cada vez más seguro y eléctrico con la Gibson.

Al final del show, y como es costumbre, atendieron a todos sus fans a pesar del cansancio que arrastraban (el jet lag hacía efecto) y nos comentaban como su nuevo cd estará listo a primeros de año y prometieron una nueva visita a España, algo normal ya que la base de fans que se han granjeado en nuestro país en amplia.

Fusionar el soul con el punk  o el garaje y la distorsión con el funk es algo en lo que son auténticos maestros, además no bajan el listón en sus conciertos llenos de complicidad, entrega y energía. Un auténtico ciclón que no defrauda nunca. Una de las últimas bandas 100% honestidad que quedan en el circuito. No faltaré a su próxima cita.