9 octubre 2024
a place to bury strangers en Madrid moby dick club agosto 2018
A place to deafen strangers . Crónica del directo de Numb.er y A Place to Bury Strangers en Moby Dick Club.

La promotora madrileña La Estanquera daba la bienvenida al nuevo curso antes de tiempo con un bolo de los que dejan los óidos con secuelas para unos cuantos días. Numb.er y A Place To Bury Strangers lograron reunir en una Moby Dick desbordada a los melómanos más ávidos de ruidismo, shoegaze y de sonidos a caballo entre lo industrial y el goth-rock.

Numb.er se encargaron de caldear el ambiente, los angelinos dieron una master class de sonidos psych, kraut y shoegaze, con ciertas reminiscencias al post-punk de manual y con sintetizadores vibrantes. Más de uno quedó prendado de la propuesta de la banda, que presentaba en la Moby Dick su último trabajo “Goodbye”. Sonidos que nos traen a la cabeza las composiciones más destacadas de bandas como Magazine, con un renovado toque eléctrico y con ese halo de oscuridad que tanto gusta por estos lares.

El tornado llegó al estómago de la ballena de la mano de A Place To Bury Strangers, bruma gótica acompañando al personal, camuflando ese muro sónico que desmantela oídos acomodados y desmonta los cimientos del noise para moldearlos a su propio antojo. La banda se encontraba presentando el maravilloso “Pinned“, en el que cuentan por primera vez a la batería con la indomable Lia Braswell. Si bien el álbum no aporta nada nuevo a la trayectoria del grupo, en lo que a riesgo se refiere, sigue labrando momentos gloriosos (“Never Coming Back”, “Frustrated Operator”…)  que fueron plasmado en su abrasivo directo ganando enteros.Durante algo más de una hora fuimos sometidos a un ritual oscuro, una levitación hacia terrenos cósmicos, lúgubres y desprovistos de color, un gris que desglosaba múltiples tonos a una banda que sacude y agita, transitando entre la bendita distorsión y el sacro gusto por lo siniestro.

 

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A gozar de la experiencia contribuyó ese halo de neblina que muchas veces impedía ver absolutamente nada de lo que acontecía en el escenario, deidades del art-noise que hacían acto de aparición como consecuencia de la fé de los espectadores, siendo estos últimos noqueados a traición por temas como ‘Deadbeat’, “So Far Away’ o ‘There´s only one of us’. Un apocalipsis sonoro que nos invitó a cabalgar a su lado, siendo fieles compañeros de un ritual que se hizo corto y se quedó pequeño, pero que dejó grabado a fuego en nuestros tímpanos una vez más un ensordecedor placer ruidoso.

Galería de Imágenes : Christine Riutort.

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