18 abril 2024

A mediados de la década de los 80, gran parte de las estanterías de este país ( y de gran parte del planeta ) se abarrotaban con las novelas de un misterioso escritor inglés, de falso apellido francés, referente para toda una legión de aficionados a la novela de intriga y espionaje, y de nombre conocido por la mayoría, dada la elevadas ventas de sus libros.

Este autor al que me refiero es John LeCarré, y esas novelas de las que les hablo formaban parte de la decoración de mi más tierna infancia. Los recuerdos que guardo de esa época estarían inconclusos sin la imagen de esos libros de amarillentas hojas, blandengues y decoloradas portadas y ese extraño olor a rancio que me acompañaron durante tantas y tantas tardes.

Títulos como “ El espía que surgió del frío”, “ La chica del tambor “, “ La gente de Smiley “, “ La casa Rusia “ o “ El topo “ ornamentaban, los salones de la clase media de la Transición. Entretenían a una orda de ávidos lectores. Y forman parte ya del recuerdo de una época pasada, de los tiempos de la “ Guerra Fría “, cuando el mundo en el que vivíamos era totalmente diferente al actual. En España, aún no existía IKEA pero afortunadamente teníamos “ El circulo de lectores “.

Y se ve, que al igual que IKEA, “ todo lo que mola nos llega de Suecia ” ( ABBA, Roxette, Mando Diao,…Suecia es molón por definición ). Porque es precisamente de allí de dónde viene el director de cine más interesante de los últimos tiempos, el encargado de llevar a la pantalla una de esas novelas de John LeCarré. Me refiero como no, a Tomas Alfredson y la adaptación que ha realizado de “ Tinker, Tailor, Soldier, Spy “, más conocida para todos nosotros como “ El Topo “.

Esta es una de las obras fundamentales de LeCarré, que forma parte de la serie que tiene como protagonista al agente Smiley, compuesta por siete libros y que ya había sido adaptada para la televisión, en concreto para la BBC en el año 1979 con la inolvidable interpretación que hizo de su protagonista el magnífico Alec Guinness .

Era todo un reto para Alfredson, conocido mundialmente por su anterior película “ Dejame Entrar “, superar esta primera adaptación de “ El Topo “. En primer lugar necesitaba un actor que nos hiciera olvidarnos de sir Alec Guinness y afortunadamente lo encontró. Gary Oldman realiza la que seguramente sea la mejor interpretación de su vida, encarnando un triste, concienzudo, perseverante y gris Smiley que no sólo está a la altura sino que supera la interpretación de su predecesor.

Pero conozcamos un poco más a Tomas Alfredson antes de centrarnos en su última película.

Este director, actor, guionista y editor nació en 1965 en un pueblo cercano a Estocolmo, en Suecia. Desgraciadamente sus primeras obras aún no han llegado a España ( y dudo mucho que lleguen ). Muchas de esas obras, son trabajos para la televisión entre los que destacan la serie y posterior película “ Bert, el último virgen “ de 1995, “ Soldiers by Moonlight “ del 2000, o los largometrajes “ Office Hours “ de 2003 y “ Four Shades Of Brown “ de 2004. Esta última en colaboración con el grupo cómico Killingganget de gran éxito. Tuvo gran aceptación en Suecia, dónde llegó a ganar 4 premios Guldbagge ( el equivalente a nuestros Goya ) entre ellos el de mejor director.

La fama mundial le llegaría en 2008 con “ Let The Right One In “ ( “Dejame Entrar “ ). Cosechando premios y buenas críticas allí donde se estrenara. Y es que no estamos hablando de una película cualquiera sino de una de las películas más importantes de los últimos tiempos que redefine el genero de terror.

La sombría historia de amor entre un niño y una niña vampiro durante la era de Olof Palme suponía una nueva manera de entender un genero bastante denostado, como es “el terror “. Y situó a su director en la División de Honor del mundo cinematográfico y a la cabeza del Nuevo Cine Sueco ( Al que el pasado año la Semana Internacional de Cine de Valladolid, SEMINCI, dedicó un ciclo ).

La sobriedad con la que estaba rodada, la elegancia, el logro de una atmósfera que era capaz de trasladarnos a la década de los ochenta. Una bienintencionada frialdad y sobre todo, ese recuerdo al final de la proyección de que no habías visto una película de genero sino algo muchísimo más grande, son algunas de las cualidades de esta maravillosa película.

Una obra tan enorme que hasta su remake americano: “ Let Me In “, de 2010, dirigido por Matt Revees, es digno de ver ( muchos son los aciertos de este remake, uno de ellos sería la elección como protagonista de la que hoy por hoy es la mayor joya en bruto de Hollywood: Chloe Moretz ).

Y así llegamos a 2011, año en el que en el festival de Venecia se estrena la que puede ser una de las películas más importantes sobre espionaje que jamás se hayan realizado. La historia planteada como un puzzle cuenta cómo el poco sonriente agente Smiley trata de destapar a un infiltrado, un traidor dentro del servicio secreto británico.

El cineasta sueco comienza a abrir un juego de “ muñecas rusas “, insertando flasbacks para que nosotros como espectadores activos tomemos parte de ese juego y participemos activamente en averiguar la identidad de ese topo. Pero también nos hace trampas, siempre parece que vamos un paso por detrás. La información de la que disponemos se nos da con cuentagotas ( que aunque muchos han definido el ritmo de la película cómo lento, no es otro que el que esta debe tener, no podría ser así de otra manera )

Esencial es la atmósfera creada ( gracias en parte a la maravillosa fotografía de Hayte van Hoytema y al score creado por el músico español Alberto Iglesias). El film supura una textura de gordo grano que nos remite al cine de los 70, tiene un ligero recuerdo a alguna de las películas del denominado “ free cinema “.

Es una película que huele a rancio, a neftarina, a abrigo viejo, a “old spice”, al humo del tabaco en habitación cerrada, a podredumbre moral, a decadencia

El elenco de interpretes encaja a la perfección, están sincronizados y funcionan prácticamente como un engranaje de maquinaria suiza. Sería de premiar el trabajo de casting. Un repescado, gracias a Dios, John Hurt ( sin duda de actualidad de nuevo este año, recordemos que también participa como secundario en “ Melancholia “ de Lar Von Trier ) interpreta el papel de Control, a los mandos de la cúpula del Circus ( así llamado el centro de operaciones del servicio secreto, nada más que unas sucias y tristes oficinas de funcionarios cabizbajos ).

Pero también aparecen nombres como el premiado Colin Firth como Bill Haydon, Mark Strong que interpreta al meláncolico Jim Prideaux o los también excelentes Toby Jones ( de Percy Alleline ) o Kathy Burke que se pone en la piel de la menospreciada Connie Sachs ( el mundo del Circus es un mundo machista, en determinado momento de la película podemos ver que es ella la primera en notificar la existencia de un topo, aunque su opinión no es muy tenida en cuenta ).

A destacar el papel de uno de los actores del momento en Inglaterra que es Benedith Cumberbatch ( protagonista de la serie de moda de la BBC, Sherlock ) que encarna el personaje de Peter Guillian. Es por voz de este personaje por el que Alfredson nos muestra el que es hasta ahora uno de los temas recurrentes de este director y que pueden llegar a definirlo como un Autor de gran personalidad y obsesiones.

Es este personaje, Peter Guillian (agente que ayuda a Smiley en su investigación ) el que en un momento de la película dice “ No quiero terminar como vosotros “.

Muestra su rechazo hacía el futuro que le espera. Es un personaje fuera de lugar, su condición homosexual hace que aún esté más fuera de lugar en un mundo, que como ya hemos comentado además de machista es extremadamente homófobo ( aunque sea de puertas afuera ).

Es un marginado, un excluido social. Al igual que Oskar el protagonista de “ Dejame entrar “ también lo era ( en este caso por Nerd ). Se ve obligado a sacrificar su vida privada por el bien de su trabajo. Para huir de la exclusión social, para no sentirse solo en este mundo.

Son dos personajes condenados. Ambos serán vampirizados ( ¿ o acaso no son vampiros los espiás de esta película ? ).

Así es como vemos que “ la condena “ , “ el castigo “ , es uno de los temas que hasta ahora repite Alfredson. Pero también apreciamos como esos condenados, son extremadamente solitarios por imposición. El mundo en el que viven les obliga a que estén terriblemente solos. Es “ la soledad “ el segundo de los temas recurrentes.

Y es esa marginación, esa condena y esa soledad la que les hace comportarse como se comportan, actuar como actúan. Es lo que hace que todos los personajes de Tomas Alfredson sean de una tristeza infinita y por tanto uno de los distintivos de marca de este autor. Una constante en su cine.

Una tristeza que en el fondo no es otra que la de todos los seres humanos. Condenados a morir en absoluta soledad.

Lo que hace que que un director de cine pueda ser considerado un auténtico Autor es esa capacidad de traslación de los temas esenciales, eternos a su terreno y lo que convierte por tanto a Tomas Alfredson uno de los más interesantes directores de cine en activo. De él esperamos que en el futuro nos lleguen obras tan descomunales e interesantes como hasta ahora han sido sus dos últimas películas.

Es el cineasta que surgió del frío, no lo pierdan de vista.

por Victor Verrier