25 abril 2024

Tras regresar de su servicio en la guerra de Afganistán, el Dr. John Watson está solo, aburrido y traumatizado. Casualmente un viejo amigo le pone en contacto con un potencial compañero de piso. Se trata de un tal Sherlock Holmes, un tipo extraño que goza de un agudo ingenio y una inusual capacidad de deducción. Gracias a esos dones Holmes se ha convertido en el único detective consultor de Londres, un trabajo que le lleva a ayudar a la policía en los casos más enrevesados. Pronto Watson empezará a implicarse en el trabajo de Holmes y a convertirse en su inseparable compañero.

Así a ojo puede que haya unos doscientos millones de series procedimentales en pantalla. Las hay de todo tipo. Médicos que investigan, mediums que desentrañan misterios, científicos detectives, madres inquisitivas, jubilados que resuelven casos y, por supuesto, también policías que hacen lo propio. Si a estos, que aún perviven en antena, le sumamos todos aquellos que fueron cancelados o que aún no han sido emitidos, la cifra se dispara. El procedimental, quitando las series de adolescentes en plena crisis hormonal y las sit-com, es el gran género de la pequeña pantalla. Por rentable, por sencillo, por atractivo y por ser el más adecuado para el espectador que busca un entretenimiento ocasional, sin futuros compromisos. Sin embargo por mucho que se quiera renovar el género, por mucho que se quiera buscar cierta originalidad, lo cierto es que todos estos detectives siempre terminan emulando a uno. Al único, auténtico e inimitable -por mucho que se intente- caballero del gabán, la lupa, la pipa y el ingenio afilado. Por eso cuando BBC anunció el regreso del inquilino del 221B de Baker Street todo el mundo esperaba una nueva adaptación elegante y clásica del personaje de Sir Arthur Conan Doyle. Pero eso es muy sencillo y esto es BBC.

La cadena inglesa, que ya tiene en antena dos excelentes obras del género como son Wallander y Luther -tan distintas y tan parecidas- se ha liado la manta a la cabeza con Sherlock, una adaptación del famoso detective que, y aquí viene la sorpresa, no se ambienta en la Inglaterra victoriana, sino en la actualidad. Increíble. Una idea tan sencilla y nadie la había llevado aún a cabo o al menos, no de manera no encubierta (y no miro a nadie Dr. House). El concepto en otras manos podría haber generado una obra aterradora, pero BBC aplica su formato habitual -temporadas cortas, capítulos de 90 minutos- y todo su talento, para convertir a la miniserie en una aventura trepidante en el que las notas escritas a carboncillo dejan paso a los smartphones, las páginas amarillentas del diario personal de Watson a un blog en la red de redes, los carruajes a los actuales taxis, las guerras coloniales a la Operación Libertad Duradera y los experimentos científicos practicados en lúgubres morgues a los más modernos montajes llevados a cabo en asépticos laboratorios criminales. El respeto al personaje y a sus aventuras está siempre presente, y al mismo tiempo su radical modernización es absolutamente efectiva.

Ayuda también a convencer al espectador el excepcional trabajo de su pareja protagonista, en especial el de un Cumberbatch poseído por el espíritu del personaje literario hasta extremos casi inconcebibles dentro del arte de la interpretación. Su trabajo con el investigador, apoyado por el paciente y casi aburrido doctor Watson al que da vida un convincente Martin Freeman, convierte a Sherlock en la propietaria de una de las parejas protagonistas más interesantes de la pequeña pantalla. Pareja, que es inusual trío, si contamos el siempre presente protagonismo de la ciudad de Londres, convertida la city en el show, con sus gentes, sus monumentos y sus retorcidos callejones, en el omnipresente compañero de los detectives. Sólo un pero, se percibe en algún momento cierta insistencia en lograr que los personajes gusten cuando de por sí ya lo hacen. Esa redundancia conlleva en ocasiones una leve molestia que, combinada con algún episodio que se alarga demasiado, aleja al show de la perfección absoluta. Perdonable defecto por el momento ya que con sólo tres capítulos, el primero de presentación y el último como una conclusión brillante -ambos por cierto dirigidos por Paul McGuigan- que el segundo flojee es una mera anécdota.

Este Sherlock del siglo XXI y su inseparable Watson son por tanto el evento de la en ocasiones aburrida temporada veraniega. Un éxito que nadie nada por sentado y que después de sólo tres capítulos ya ha logrado que un buen número de fans del misterio se reconcilie con un personaje memorable. Esperamos ansiosos su regreso, mister Holmes.

httpvh://www.youtube.com/watch?v=Ka5cLa49i5o

SHERLOCK (BBC, Serie, Primera Temporada de 3 Capítulos con Benedict Cumberbatch, Martin Freeman, Rupert Graves, Una Stubbs, Zoe Telford, Mark Gatiss. Creada por Mark Gatiss y Steven Moffat.)

de KTARSIS de Pablo Gutiérrez

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2 comentarios en «Crítica: SHERLOCK, Primera Temporada»

  1. Sencillamente impresionante. Lástima que sólo hayamos tenido 3 capítulos para disfrutar de un producto tan original y bien hecho como es este Sherlock Holmes, y peor aún que tengamos que esperar un año entero para ver otros tres…
    Yo le pongo otro pero: la banda sonora, por lo menos en el primer capítulo, imita descaradamente a la del Holmes de Guy Ritchie, pero cinco minutos después de ver al genial Cumberbatch ya se nos ha olvidado el plagio…

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