20 abril 2024

Esta noche de conciertos comenzó por la mañana en Café España. Víctor Alonso inauguraba su exposición de fotografías de conciertos “La Luz del Sonido”, y La Sonrisa de Julia la ponían fondo musical en acústico. Sonaron Puedo, Negro y El Hombre Que Olvidó Su Nombre (entre otras) en el formato de la gira que les trajo por Valladolid en un todavía reciente diciembre. Solos Marcos y Raúl en el escenario para un breve delicatessen en el que se aprovechaba para promocionar el potencial de Cantabria para el surf. Si esto facilita girar a los grupos y al público acceder a más y mejor música, bienvenido sea.

El concierto en la My Way comenzaba a las 10. Era la primera vez que asistía a ese lugar, y, dada la necesidad de salas en esta ciudad, bien merece un comentario. Efectivamente, no es céntrica, pero cuenta con unas doscientas plazas en su parking, y autobús prácticamente hasta la puerta, con lo cual la papeleta del transporte está cubierta. En otras ciudades es mucho peor, si realmente nos gusta la música es un esfuerzo liviano. Además tiene (al menos ayer) un buen sonido, lo cual es más importante. Y terraza para fumadores ;-). Menos lamentar la ausencia de salas y más asistir a las que hay, hasta que alguien vea que hay negocio o que la ciudad lo reclama y se decida a invertir dinero o a ganar votos, según corresponda.

Arrancaba Campingás, grupo local de pop en el que muchos depositan grandes esperanzas para el futuro. Acaban de publicar su segundo EP, La Diéresis del Pingüino, puedes escucharlo en su MySpace y comprarlo en La Rúa si quieres apoyarles. No faltaron P.V.C. (que por ahí se comienza a etiquetar como himno) y la muy interesante Ander, del nuevo EP. Un nuevo paso de la banda vallisoletana, en un crecimiento que les va a llevar al Sonorama 2011. La voz de Felipe probablemente tampoco recibiese el aprobado de una profesora de canto pero, qué cojones, si quisieses medirte por el rasero de la mayoría probablemente no estarías leyendo estas líneas. Pop gamberro y enérgico, concédeles unas escuchas y te encontrarás canturreando sus temas.

Tras un breve descanso -documental surfero mediante- salía La Sonrisa de Julia al escenario. La sala presentaba una entrada aceptable, especialmente teniendo en cuenta que hace apenas 4 meses la banda dio otro concierto. Se notaba que abundaban los seguidores incondicionales, que no dejaron de cantar en todo el concierto. Comenzábamos con sorpresa ante la ausencia de Diego Rojo, bajista habitual, en favor de Matías Eisen (que, por cierto, acostumbra a acompañar a Luis Ramiro). Aparte de eso, sin más novedades. Raúl en la batería, Víctor en guitarra y teclados, y Marcos capitaneando y destilando carisma.

Arrancan como el nuevo disco, con Ábreme y Puedo (pa-ra-pa-pa-pa-pa…), seguidas de una de las joyas de Bipolar, el álbum anterior y con el que se abrieron a nuevos oídos: Bipolar. La mayor parte del concierto fue de derrochar energía a borbotones, como con Grito o Negro, y con El Hombre que Olvidó Su Nombre, aplaudida apasionadamente. En ese momento Marcos se quedó solo para, detrás del piano, lucirse en Instante, ¿Hay Alguien Más Ahí? y Náufrago, una de las más introspectivas del último disco.

La Sonrisa está girando a un sonido más maduro, pero todavía tiran de repertorio para algún momento más dulzón de lo necesario (aunque para gustos…). Sin embargo eso no desmereció un gran concierto de principio a fin, con momentos gloriosos como la pausa para el bis, en el que el público cantamos de principio a fin Euforia, el, a mi ver, tema estrella de los cántabros. Marcos salió a bailarlo y a ponerle la guinda, pero primero fueron Luces de Neón y Loco. Cerraron con Euforia, no podía ser de otro modo, para que todos nos fuésemos satisfechos y con la sensación de haber disfrutado de un grupo que merece más reconocimiento y más público.

Pop “bueno y bonito” (que diría Raúl Querido), en el que cada vez tiene más importancia la potencia de las guitarras eléctricas, descargando en esa intensidad parte del papel protagonista de la fantástica voz de Marcos, acompañado de una buena banda. Y ejecutado de forma impecable y con una vitalidad contagiosa en sus conciertos. Que tomen nota muchos de cómo se hace esto de la música popular.

1 comentario en «Crónica del concierto de La Sonrisa de Julia y Campingás en My Way (Valladolid) – marzo 2011»

  1. muy buenos los canpin gas, habia oido hablar de ellos pero reconosco que ni los habia escuchado ni visto en directo, sinceramnete me gustaron más que el grupo al que fuí a ver…o mucho cambian estos de la sonrisa de julia o se convertiran en un grupo más de los que buscó la gloria y la fama de los 40 pricipales, y no lo consiguieron..

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