28 marzo 2023

the-twilight-sadEra la primera vez que The Twilight Sad venían a Madrid, y ellos mismos fueron los primeros sorprendidos al ver a más de 10 asistentes a su concierto, en un Moby Dick Club a medio llenar, máxime siendo día de derbi de Champions. James Graham, cantante del grupo escocés, fue el primero en reconocer su asombro.

Y uno se pregunta por qué. Son una gran banda, con ya cuatro grandes discos a sus espaldas. La sala debería estar a reventar, pero si la asistencia complació al grupo, nosotros encantados.

Después de esta pequeña introducción, centrémonos mejor en cómo fue el concierto, porque mereció la pena y mucho. Los escoceses se dejaron la piel, sobre todo el cantante James Graham, lo pudimos medir a partir de los litros de sudor que expulsó. Presentaban su último trabajo, Nobody Wants To Be Here And Nobody Wants To Leave (Fat Cat – 2014), un disco bastante continuista y que mantiene el nivel de sus predecesores. Una de las características de esta banda es precisamente una discografía bastante homogénea, todos los discos tienen grandes temas y ninguno despunta en exceso, así que es de esperar un setlist también muy homogéneo.

Arrancaron con las dos mismas canciones que abren su nuevo disco, There’s A Girl In The Corner y Last January, dos pedazo de temas en los que solo escuché una guitarra demasiado potente y la voz de James apenas distinguible. Y aquí es donde os doy mi briconsejo: concierto de guitarras ruidosas en sala pequeña, evitad las primeras filas. Una vez me desplacé a la mitad de la sala la voz ocupó su lugar protagonista y la guitarra de Andy McFarlane adelgazó considerablemente. Así sí. Sonaba de lujo. Y además justo cuando llegaba uno de mis temas favoritos: That Summer, At Home I Had Become The Invisible Boy, de su primer disco Fourteen Autumns & Fifteen Winters (Fat Cat – 2007). Todo estaba en su sitio, y la banda entregada. James se encargó de expresar su sorpresa y alegría por todos los que fuimos a verlos justo antes de soltar la dupla I Became A Prostitute (pronunciado con fuerte acento escocés) y Seven Years Of Letters. Son dos temazos incontestables que funcionan muy bien los dos juntos, y en directo no es una excepción.

La recta final siguió en la misma línea que el comienzo, destacando una inmensa Alphabeat y en la que rescataron más joyas de su primer disco, las más celebradas, Cold Days From The Birdhouse y And She Would Darken The Memory, que cerró la noche en estado de éxtasis y sin necesidad de bises que la mejorasen. Les esperaremos impacientemente, tanto ellos como nosotros quedamos encantados.

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