25 abril 2024

Beber de amor

Cuando las cosas se ponen de cara, el pesimismo queda encerrado en su caverna y la actitud positiva se viste de gala para presenciar, a priori, algo bueno. Y es que a primeras horas del día ya tuvimos buenas palpitaciones.

En la mañana previa al estreno en Valladolid de “Días de vino y rosas”, tuvimos el inmenso placer de entrevistar a Carmelo Gómez. Hombre sencillo, accesible, nada endiosado, con las cosas claras y con una pasión todavía encendida, que hace que se entregue a sus trabajos como si fuera el primero.

carteldiasvPor la tarde asistimos a esta versión, del ya clásico de Owen Mcafferty. Es inevitable el tener como referencia la versión cinematográfica, protagonizada por Jack Lemon y Lee Remick y dirigida por Blake Edwards.”Días de vino y rosas” es uno de sus principales dramas, por no decir el único, ya que la práctica totalidad de su obra se basa en la comedia. Incluso el propio Carmelo tenía un respeto total a la obra, ya que era consciente de que se enfrentaba a un personaje, que Jack Lemon bordó en su momento y hacía el reto, aún más si cabe, mucho más complicado.

Antes de comenzar la función, el gerente del teatro Zorrilla D. Enrique Cornejo, le hizo entrega a Carmelo Gómez de una placa con su nombre, que lucirá una de las butacas del teatro. Premio que agradeció enormemente el señor Gómez, valorándolo de una forma especial, ya que como dijo el mismo actor “estos premios o reconocimientos, tienen que estar en los teatros y no en las estanterías de las casas cogiendo polvo”. Ya que para él, aparte de ser una responsabilidad, era un honor que alguien ocupara una butaca con su nombre.

Toda esta parafernalia festiva, se hizo justo antes de comenzar la función, circunstancia algo retorcida para alguien que tiene que estar concentrado y preparado para enfrentarse a cualquier reto interpretativo, ya que esta situación puede ser comprometida para alguien que tiene que meterse en la piel de otro, necesitando de alguna introspección. Recomendamos que estas circunstancias se realicen al final de las representaciones, que los actores lo agradecerán mucho más y el público también.

La adaptación apenas difiere del original, sólo unos pequeños matices españolizan la historia, ya que el personaje masculino es un representante de un jugador español de baloncesto que juega en Estados Unidos y el personaje femenino, interpretado por Silvia Abascal, es una funcionaria cansada de la rutina (es lo que tiene…) que se toma un tiempo sabático, para reencontrarse con consigo mismo.

Es una obra de actores, de esas que con dos monstruos de escena tienes solucionado el 80 % de la obra. Y eso es lo que ha hecho la directora Tamzin Townsend. Se ha rodeado de dos extraordinarios intérpretes para que la solucione la papeleta.

Como nos dijo el propio Carmelo, es un texto especialmente complicado, ya que tiene subidas y bajadas emocionales muy potentes, que tienen que estar especialmente controladas y justificadas para no caer en burdas exageraciones. La virtud que poseen estos dos magníficos intérpretes es precisamente esa, saben a lo que juegan y el resultado es magnífico.

Y el reto no es nada fácil, ya que con el tema del alcoholismo hay que tener especial cuidado, ya que esta exageración de la que hablábamos anteriormente, puede aparecer en cualquier momento. Pero esto no sucede. Las dos interpretaciones son precisas y en la bajada a los infiernos, el control es total y la credibilidad de los personajes es absoluta.

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Pasamos de la sensibilidad, lo delicado y pasional, a la defenestración del ser humano, con todas las miserias que el problema del alcohol conlleva, violencia física incluida, de una manera vertiginosa, a ritmo musical aderezado con temas de Louis Armstrong y Ramones (demasiado tópico en este sentido…)

En el terreno escenográfico, nada nuevo. Un supuesto apartamento con el mobiliario justo para mover la escena y las bebidas, muchas bebidas.

Suponemos que a aparte de que los actores son buenos, la dirección habrá tenido mucho que ver en el resultado final. Aunque lo más palpable, como es el movimiento escénico, puesta en escena etc. aporta más bien poco y resulta demasiado convencional. Aunque la finalidad de la obra y el mensaje está claro y muy definido.

Entre el público había personas de alcohólicos anónimos, que siguieron con atención el drama y que brindaron sonoros aplausos al final y sobre todo en el momento que el personaje de Carmelo Gómez se asomó al proscenio, para hacer un monólogo muy sentido, haciendo clara referencia a su enfermedad y reconociendo su problema, cual terapia practicada en estas asociaciones, que tanto bien hacen.

Resumiendo. Magnífica interpretación por parte de los dos protagonistas, con una puesta en escena poco arriesgada.

“Días de vino y rosas” de J.P. Miller – Teatro Zorrilla de Valladolid
Versión en inglés de Owen Mcafferty / Versión en castellano de David Serrano

Diseño de escenografía y vestuario: Rafael Garrigós
Diseño de iluminación: Felipe Ramos

Reparto: Carmelo Gómez, Silvia Abascal
Dirección: Tamzin Townsend

+ No te pierdas la entrevista que hicimos a Carmelo Gomez