Viernes 21 de mayo y mucho calor en un Madrid lleno de visitantes, que acudían probablemente a la final de la Champions. Yo tenía otras cosas en mente esa tarde, por ejemplo, ver a Maga.
Comentábamos en la información del concierto que había ganas de verlos por Madrid, que llevaban mucho tiempo sin tocar aquí. Se confirmó la noticia: nada más llegar pude ver un cartel en la ventanilla, entradas agotadas. Con esto podemos hacernos la idea de la cantidad de público que deben mover para que no cupiera ni un alfiler en la sala El Sol, tan bien ventilada que contrastaba con el bochorno de la calle.
Hubo sorpresa al principio: Maga nos regalaban un telonero con el que ir calentando motores. Cristóbal, de los también sevillanos Mañana, estaba abriendo con temas de su disco en un set acústico. Obviamente, sonaba muy distinto a cuando toca con todo el grupo, y tuvo el problema de una guitarra demasiado alta, pero supo defenderse y consiguió que en momentos puntuales que el público (más interesado en Maga) le ovacionara. Probablemente el mejor de esos momentos fue cuando elevó su voz por encima de todo durante El Fuego en Casa o cuando nos contaba cómo había concebido algunas canciones (algo que siempre me pregunto con muchos grupos). Lo hizo bastante bien, tanto que podemos pensar que el público le aplaudió también a él y no sólo a los Maga que estaban por salir.
Y no tardaron en salir. Abrieron con uno de sus mayores clásicos, Una piel de astracán, y el público poco tardó en entregarse. Sin embargo, era un concierto para presentar A la hora del sol, y en eso se convirtió. Esto no significa que no intercalaran algunos de sus temas más queridos (Un lugar encendido, Dardo y Alicia o Medusa en compañía de Juan Aguirre, de Amaral), pero fundamentalmente hasta los bises el resto del repertorio fue de canciones del disco presentado. La gente se las sabía ya y acompañó en todo momento al grupo, coreando algunas como Silencio o Martes, demostrando la buena acogida que ha tenido su nuevo trabajo. Como vemos, los fans de Maga van a los conciertos con los deberes hechos.
Si sólo fuera por esto estaríamos hablando de un muy buen concierto. Pero hay que añadir dos cosas: para empezar, el registro de las canciones era más guitarrero que en estudio, añadiendo el incentivo de la variedad para escucharlos en directo. Y para finalizar, los bises.
Antes de los bises la gente se había hartado a aplaudir al grupo. Pero cuando llegaron se notó que a pesar de las nuevas canciones, hay otras que están ya a otro nivel. En el primer bis tocaron Astrolabios, Des-pi-de y Agosto Esquimal y cuando parecía que ya se iban a ir tuvieron que volver obligados por los coros de otra, otra que llenaban la sala. Cerraron con Piedraluna dejando así a sus fans con el regalo de una de sus canciones más míticas y demandadas en los directos.
Así acabó el concierto, quedando para el recuerdo, además de la calidad del grupo, lo participativos que habían estado con el público, bromeando y conversando. Ojalá fuera así con muchos otros grupos.
por Javier Alemán González
fotografías del concierto de Valladolid por juanignaciosl