

Con dos Ep’s editados plagados de puro blues-rock y varias giras internacionales, en las que han visitado nuestro país, la nueva criatura de los de Nashville sigue las coordenadas de sus anteriores trabajos. Las influencias de R.L Burnside, ZZ Top o John Lee Hooker siguen ahí. Pero lejos de anclarse en el estilo, ofrecen un disco muy variado y cargado de matices clásicos. Y es que Death Letter Jubilee (financiado mediante crowdfunding) huele precisamente a eso, a clásico, ya que conjuga ingredientes atemporales cocinados con la habilidad de los mejores chefs. Así, el blues vigoroso que los caracteriza se hace presente en la inicial “Liar“, “Sing to me, “Drink it slow“, “From the dirt” o “Jericho“, pero a su vez se atreven con el rock más clásico en “Death Letter Jubilee” (con unos coros que parecen sacados de lo más profundo de New Orleans), son capaces de alcanzar altas cotas de oscuridad acústica en “Jezebel” y encaran un tema cuasi-vocal de cariz gospeliano como “River“. La voz de Ben Ringel sigue tan poderosa y rasgada como siempre, pero ha ganado en matices y registros, erigiéndose como una de las armas más poderosas del grupo. Sin desmerecer al resto de la banda compuesta por Dylan Fitch (guitarra), David Supica (bajo), Ben Azzi (batería) y Stephen Hanner (armónica), claro está, pues los Santos hace tiempo que se doctoraron a nivel instrumental.
Mención especial merecen cortes como “Out to sea“, una triste balada acústica que retrata emotivamente el sentimiento de pérdida; el homenaje a la ciudad del viento que supone el viaje a “Chicago” con tan solo un dólar en el bolsillo; el crescendo blues-rock acelerado de “The Devil’s creek” y su catártica parte final; y el intimísimo comedido de “Old man“. Deseosos nos hallamos de verlos de nuevo por estos lares, pues en directo es donde mejor se aprecia la maestría y la energía descomunal que poseen The Delta Saints.