18 abril 2024

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Que un octogenario sea capaz de sacar discos cada dos años sin perder un ápice la calidad parece de ciencia ficción. Además, y para que no nos aburramos también edita excelosos directos/ compilaciones  “Songs From The Road” (2010), “Live In Dublin” (2014) y “Can’ t Forget: A Souvenir Of The Grand Tour” (2015), con los que plasma la magia y emoción de sus recientes giras, repasa su cancionero inigualable y nos regala alguna pieza inédita. Pero a lo que íbamos, si “Old Ideas” (2012) abría el fuego de su regreso discográfico, “Popular Problems” (2014) ponía un listón muy alto que ha sido capeado con maestría en este oscuro “You Want It Darker”. Una prodigalidad discográfica que se une a unas giras de vejez motivadas cuando la mánager del poeta Kelley Lynch  se llevó todo su dinero aprovechando su retiro por meditación en L.A. (¡ bendita timadora!). Desde entonces Leonard Cohen ha luchado contra un tiempo que se le va acabando para regalarnos grandes e impagables coletazos.

Si en las anteriores entregas de esta particular y brillante trilogía el canadiense reflexionaba sobre la vejez y sobre el transcurso del tiempo, en “You Want It Darker” ataca el tema de la muerte sin mas. Es por ello que, teniendo todos muy recientes el “Blackstar” y la cruda despedida de Bowie, las hipótesis sobre la proximidad real de la muerte de Cohen han rodeado la presentación del disco, máxime cuando se presentó como que era su “preparación para morir” . Aunque finalmente con la simpatía e ironía característica fue el propio Leonard quien desmintió que estuviera afectado por algún tipo de enfermedad afirmando que ” siempre he tendido a dramatizar. Yo sólo quiero vivir para siempre”.

Cuesta de pensar cuando uno escucha el comienzo del larga duración con “You Want It Darker” (la canción), llena de ambientes espectrales, órganos tenebrosos, coros que parecen venido del más allá – a cargo del coro de la Sinagoga Shaar Hashomayim (¿un guiño final al judaísmo?)- y cuando la aquejosa voz reza aquello de “I’ m Ready My Lord”. Para la composición de las canciones le han ayudado (en la parte musical, claro está) Patrick Leonard y su hijo Adam Cohen, muy acertado por cierto en las labores de producción; dando con melodías redondas y sonidos emocionantes.

De nuevo, la poesía y el cálido cantar es el centro de unas canciones que logran llegar como nunca, y en las que la instrumentación y voces de acompañamiento son de primerísimo nivel sin llegar a eclipsar. Destaca la cálida “Leaving The Table” con  su guitarra lánguida, su ritmo de vals y letra de desamor o de rendición vital, el nudo a la garganta está mas que asegurado. El piano romántico de “On The Level” acompaña la nostalgia de su época de seductor y la segunda voz de Sharon Robinson, mientras que el tono góspel lo arranca frágilmente “If I Didn’ t Have Your Love”, que es una canción de amor al son de órgano, piano y guitarra. “Travelling Light” y sus tonos griegos es un homenaje a su amiga recién fallecida Marianne  (musa de su himno “So Long Marianne”), la reflexión sobre la religión de “It Seemed The Better Way” con unos suntuosos violines y “Steer Your Way” en el que las cuerdas rasgadas se muestran más líricas e incluso juguetonas mientras Cohen nos va dando consejos de anciano.

“Treaty” es otro tema de desamor, cuya oscura musicalidad nada entre lo solemne y el jazz de tugurio. Luego algunas de sus frases se rescatan para el tema final  “String Reprise/Treaty” con unas cuerdas que parecen rescatadas de un velatorio.

Es el final de un álbum que mezcla dolor y belleza, lo oscuro con lo brillante, la tragedia de la despedida con el saber que siempre estará allí, lo celestial con lo mundano, y una nostalgia de la que sabe sacar su mejor provecho este poeta que se nos va marchitando. Rezaremos para que no estemos ante su canto del cisne.