Sebastián no encuentra su sitio. Tras una ruptura sentimental, cada vez parece encerrarse más en sí mismo, en una espiral inversa cuyo inicio parece ser el infinito y su final la nada absoluta. Este vilamatiano camino hacia la nulidad del yo es por momentos su única guía vital.
Ya sólo habla de amor es la historia de una única noche -con un flashback al día anterior-, que es prácticamente la de toda una vida. La sala de baile de la Embajada suiza a la que asiste Sebastián es la metáfora de su vida, eso que muchos hemos vivido alguna vez de estar rodeado de gente y solo al mismo tiempo.
Para Sebastián, el viaje de su vida parece haber llegado a un camino sin salida, y toda la historia no es más que la búsqueda de esa salida sin saber realmente si salir es de verdad la elección adecuada.
Narrado en tercera persona, el viaje interior de Sebastián tiene una única conexión con la realidad, la conversación con un joven suizo que se presenta como el espejo en el que el protagonista se mira y encuentra su antítesis, espejo que también enfrenta lo ficticio con la realidad durante todo el relato. Porque el verdadero reflejo de Sebastián quizá sea la figura de Ramón Alaya, la imagen de su álter ego, el personaje que probablemente daría ese paso adelante que él no se atreve a dar.
Ya sólo habla de amor (Alfaguara, 2008) es el último libro del escritor madrileño Ray Loriga, autor de las novelas El hombre que inventó Manhattan, Trífero, Tokio ya no nos quiere, Caídos del cielo, Héroes y Lo peor de todo, y los libros de relatos y artículos Días extraños y Días aún más extraños.
Muy buena pinta, sí señor.
Habrá que leerlo, a ver si el señor Loriga nos sigue sorprendiendo.