Fotografías de Carmina Córdoba
Tan pronto se anunció que Sophie Auster tocaría durante el puente, supimos que nuestros planes estaban resueltos. La noche de Todos los Santos, la artista envolvió al público en una actuación seductora e íntima en el Café Berlín de Madrid, donde presentó su próximo álbum, Milk for Ulcers. Con un conjunto negro se mantuvo dentro del código de vestimenta oscura no oficial de Halloween, que no todos respetamos alegremente. Auster compartió escenario con su pianista, Marie Davy, y tuvo también en segundo plano a su esposo y su bebé, cuyo balbuceo se escuchaba ocasionalmente desde un lado del escenario.
A lo largo del concierto, la brooklynita exploró un estilo más cercano al folk alternativo y a sonidos europeos, dejando atrás el toque de soul setentero que caracterizaba sus discos anteriores. Sinceramente, también hay un matiz de ethereal gothic en su propio mundo musical. Como ha compartido en varias ocasiones, España es un lugar especial para ella, un “hogar” donde siempre ha encontrado una acogida fraternal. Esta conexión se pudo sentir en el ambiente: la audiencia la recibió con entusiasmo, consciente de que su música es un tesoro bien guardado, y lista para atesorarlo.
Sophie, hija de los escritores Paul Auster y Siri Hustvedt, regresaba a Madrid después de participar en el homenaje a su padre que el Círculo de Bellas Artes y Seix Barral organizaron el pasado 21 de octubre. No es el tipo de artista que uno encuentra a menudo. Su música es una mezcla de la intensidad cruda y sincera de cantautoras como Fiona Apple y la narrativa terrenal de Gillian Welch. No tiene nada que envidiar a Chelsea Wolfe, con elementos profundamente atmosféricos y cautivadores que oscilan entre lo etéreo y lo vulnerable, pero siempre con fuerza.
Las canciones brillaron. Sophie Auster brilló. Abrió la velada con “Mary Janes”, de su álbum Next Time (2019), y la cerró con “Leave the Door Open”, sencillo incluido en History Happens at Night (2019). A lo largo del concierto, alternó temas de su próximo álbum con canciones de discos anteriores, permitiendo a los asistentes disfrutar de una versión auténtica y desnuda de su música. Siempre es un verdadero lujo presenciar esta interpretación íntima y sencilla de su obra, y es inspirador ver cómo cobra vida en su forma más pura. Tan pronto como salió al escenario, con su voz trabajando a toda máquina, la atmósfera que ansiaba se estableció al instante. El significado de sus letras azotaron al público como una tormenta eléctrica, que a su vez se entremezclaban con la claridad y control excepcionales de su dicción.
Su nuevo tema “Whole Life Dreaming” encajó perfectamente junto a su impresionante sencillo “Let’s Get Lost” (2022). El estilo pausado de “Blue Team”, una canción dedicada a su padre, generó un ambiente casi de trance, con frases como “I think of you dancing in the living room” y “I dream of you”. Este fue, sin duda, uno de los momentos más conmovedores de la noche. Otro momento destacado e inesperado fue “Hey Girlfriend”, una canción en la que Auster bromeó sobre la experiencia de perder una amiga, aunque dejando claro que su amiga sigue viva.
Su dominio del escenario y las interacciones cercanas con el público fueron encantadoras y emocionantes. Canciones como “Man Like You” y “Don’t Ask Me What I Do” completaron esta actuación envolvente y melancólica.
Como comentó en su entrevista en El Mundo, Los temas de Milk for Ulcers evocan la atmósfera de un pequeño cuarto, en una clara referencia a la estética de Virginia Woolf, que fue habilitado en la casa de la artista en Brooklyn. Sophie Auster interpretó varias canciones de Milk for Ulcers, incluyendo esa pieza muy especial dedicada a su padre, y de la que hablamos en líneas anteriores, titulada “Blue Team”. Paul Auster, el renombrado escritor, había decidido suspender su tratamiento contra el cáncer y, antes de fallecer, le pidió a Sophie que terminara esa canción. Ella se sintió presionada a escribir rápidamente, buscando un estribillo que reflejara sus emociones sin dejarse arrastrar por la tristeza.
El punto fuerte de la velada fue, sin duda, la capacidad de Sophie Auster para envolver motivos líricos punzantes y ácidos en acordes suntuosamente suaves, como un puño de hierro en un guante de terciopelo. La atmósfera del Café Berlín, un icónico espacio con excelente acústica y un ambiente íntimo, aportó a la exquisita melancolía que define el estado de ánimo de su música. Este club, conocido por su variada programación y su acogedora elegancia, resultó ser el escenario ideal para una artista que se siente en casa al conectar genuinamente con su audiencia.
Esta noche fue una prueba inequívoca de que los devotos seguidores de Sophie Auster pronto tendremos que compartirla con un público más amplio. Si estás en Barcelona aún tienes la oportunidad de verla. Lamentablemente su concierto en Castellón no podrá celebrarse.
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