28 marzo 2024

Oportunidad única para disfrutar en sala pequeña de un concierto los reyes del tex-mex, del blues, de la cumbia, del mariachi y del rock & roll, que de todos ellos beben, Los Lobos.
Con una formación a prueba de bombas, no en vano son los mismos que cuando empezaron allá por un lejano 1976, descargaron en Barakaldo, en una Rock Star engalanada con gente dispar. Por allí nos juntamos talluditos rockeros recalcitrantes, no menos talludas parejas danzonas, moteros barbados y, los menos, jovenzuelos en busca del rollo seminal en esto del rock & roll.

Curtidos en mil batallas, los Hidalgo, Lozano y compañía saltaron al escenario  pasadas las 9 de la noche y dieron rienda suelta a eso que tan bien saben hacer, a la fusión del rock & roll con las entrañas de la música popular que se elabora por debajo del Río Grande. Ritmos amalgamados y enraizados en la población hispana y que ellos, en un lejano ya 1976, combinaron las guitarras rock, con el blues de las calles y el
rhythm & blues de los garitos de la costa oeste de los USA.

En las casi dos horas que duró el show la electricidad dio un paso al frente y
parapetados detrás de tres guitarras, bajo, batería y teclados-saxo, se sacaron la espina de una última actuación en el Festival Crossroads de Gijón que no satisfizo a la grey más rockera.

Empezaron contundentes, con ritmos empastados, composiciones magnéticas y guitarrazos a mansalva. “Tin can trust” culminó con el saxo y la guitarra enzarzados en batalla fuzz, el rock & roll fifties se abrió paso con los clásicos “C’mon Let’s go” y “Will the wolf survive” y tuvieron tiempo para lanzarnos una versión soft del hendrixiano “Little wing” con las guitarras en primer plano. Mudaron la piel en varias ocasiones, combinando cumbias (la mejor la moderna y eléctrica “Chuko’s cumbia” que descolocó a más de uno/a), corridos mexicanos y tex-mex con el acordeón de David Hidalgo disparado. Pero cuando la velada alcanzó sus cotas más altas, reconozcámoslo, fue con el mariachi y el bailón, donde la peña se desgañitó coreando “Anselma” y “Volver, volver”, movió las caderas con cumbias mareantes (“Luz de mi vida”), se dejó las manos en palmas en el tex-mex “Evangeline” y culminó el puerto con una versión de “La bamba” pelín descafeinada.

En el bis más rock & roll del que nos gusta, con una versión acelerada y acerada del “Más y más”, fusionándolo con los sonido hispanos más macarras, y un cover final del “Cinnamon girl” de Neil Young, correcto pero sin el punto de intentar llevarlo a su terreno. Vamos, que con su cancionero, qué falta les hacía.

Triunfaron Los Lobos en la noche barakaldesa, pero no arrasaron, que conste en acta.