En estos cuatro años que han transcurrido desde su último álbum, la vida de Shakira ha dado un giro de ciento ochenta grados: ha roto con su novio de toda la vida, Antonio de la Rúa, ha encontrado nueva pareja (“Girl meets a boy/ surrender to his charms/ Leaves her old boyfriend/ And crumbles in his arms”, resume sin tapujos en ‘Spotlight’), se ha mudado a España y ha sido madre. Casi nada. Con esto y con todo, es divertido comprobar cómo lo que en su momento dijimos acerca de aquel ‘Sale el sol‘ continúa estando plenamente vigente: Shakira sigue con su manía de desdoblarse en dos artistas diferentes, dependiendo de si se dirige al público anglosajón o al hispano -¿habrá oído hablar de la globalización?-, y con su odiosa costumbre de grabar una misma canción en todos los idiomas posibles. Tendremos que ir asumiendo que si nada de lo que le ha pasado entre un álbum y otro le ha hecho abandonar estas dichosas prácticas, probablemente ya no lo consiga ni un tsunami, que diría Fabio McNamara.
Shakira tampoco se ha desprendido en estos años de su pánico a no conseguir un número uno, así que esta vez se lo ha asegurado por partida doble. Primero, ha llamado a Rihanna, ahora mismo la artista femenina más exitosa mundialmente -un misterio que se haya prestado a esto-, para magrearse con ella en el videoclip del espantoso primer sencillo, ‘Can’t Remember To Forget You‘. Segundo, ha grabado otro ‘Waka Waka’, titulado ‘La La La’, ni más ni menos que en tres versiones diferentes, cada una con una letra (!!!). Lo que sea con tal de no repetir el bochorno de ‘Oral Fixation 2’, donde se tuvo que sacar de la manga a última hora aquel ‘Hips Don’t Lie’ ante el descalabro de ‘Don’t Bother‘, sencillo que en este ‘Shakira.’ también encuentra su -descafeinada- réplica en el inexplicable segundo single ‘Empire’.
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Más allá de estos primeros singles, y de los que seguramente lo sean en el futuro -las estomagantes ’23’ y ‘Loca por ti’, esta última traducción de ‘Boig per Tu‘, del grupo catalán Sau, e incluida en ambos idiomas en el álbum-, el resto del disco sorprende muy positivamente. En primer lugar, ‘Cut Me Deep’ y ‘You Don’t Care About Me’ continúan esa interesante línea reggae esbozada en ‘Can’t Remember To Forget You’, con resultados mucho mejores. Ambas, además, comparten temática, hablando de traiciones y de decepciones. Y es que, por suerte, en este tiempo tampoco ha cambiado el estilo compositivo de Shakira, cuyas letras, muchas veces autobiográficas y plagadas de metáforas incomprensibles y rimas absurdas, suelen alcanzar tales cotas de bizarrismo que han llegado a conformar una imaginería propia e intransferible.
En ‘Shakira.’ los temas más recurrentes son -por orden- los ojos de Piqué -“I used to think that there was no God/ But then you looked at me with your blue eyes/ And my agnosticism turned into dust” canta en ’23’-, lo falso que fue su ex y cuán mejor en comparación es Piqué -“I had to hear the liars to recognize the truth” le atiza en la preciosa ‘Broken Record’, su mejor balada en inglés en años-, lo feliz que está ahora con Piqué -‘Chasing Shadows’ será una favorita de los fans-, lo mal que lo pasa siendo el centro de atención desde que está con Piqué -logradísima ‘Spotlight’- y, por último, el hijo que ha tenido con Piqué, al que solo dedica una letra -también estupenda ‘The Only Thing’-. Parece mentira que todas estas canciones compartan trackist con los horrorosos singles del disco, que obviamente a nivel conceptual -y estético, para no variar- es un cuadro –Najwa le podría dar unas clases-. Esta alternancia de aciertos totales y errores garrafales se ha convertido en una constante más en la discografía de la colombiana. En esta ocasión, gracias a un buen puñado de melodías grandiosas y letras descacharrantes, pesan más los primeros que los segundos, haciendo que Shakira, a la vez su peor enemiga y su mejor aliada, logre de nuevo salir airosa de este complot contra sí misma en que ha convertido su carrera. 5,8/10.