19 abril 2024

Enfrentarse a una obra de teatro contemporáneo impone respeto y a veces supone un esfuerzo adicional, tanto a los que tratamos de analizarla fríamente como a muchos de quienes acuden a la sala a disfrutar de montajes construidos a partir de códigos estéticos que no nos resultan familiares. En el afán de las compañías por utilizar lenguajes alejados de la forma clásica de contar historias, en ocasiones, nos enfrentamos a la banalidad o la excesiva intelectualización, a lo absurdo o lo incompresible. Lo cierto es que, solo quizás, existe el peligro de agrupar las propuestas contemporáneas bajo la misma etiqueta y la falta de cercanía que el público pueda sentir por alguna experiencia negativa vivida en este sentido puede hacer que el espectador ocasional (o incluso, el habitual) se pierda espectáculos que merece la pena presenciar, como creo que es el caso del que nos ocupa.

Sirva esta reflexión inicial para explicar (explicarme) en parte la falta de afluencia a determinadas propuestas teatrales. Claro está, también hay que considerar la “competencia” de oferta en un determinado día.

Como la cuestión me preocupa, era esta sensación de inquietud la que me invadía el pasado viernes día 18 de febrero, al comenzar la función de HILDEGARD, por la compañía Teatro del Velador, en la Sala Ambigú de Valladolid, con menos de la mitad del aforo ocupado.

HILDEGARD es un un montaje en el que la frontera entre teatro y danza contemporánea se diluye. El peso de la acción y la interpretación recae en Bruno Axel Ruiz. Situado en un lateral del escenario, narra en primera persona la historia de un joven atormentado en busca de su madre a la que nunca conoció. Solo conserva de ella algunas cartas y un violín que toca y toca sin cesar recordando una canción que identifica con la figura materna. La imagina en cualquier ciudad de Europa, en cualquier lugar: un pub, una plaza, un burdel o un cabaret. La inventa en múltiples escenarios, momentos y aspectos, interpretados por las cuatro bailarinas: Carla de la Fe, María Victoria Díaz, Diana Noriega y Raquel Luque. Todas ellas danzan a la vez encarnando a distintas personas y a una sola. El escenario se torna irreal porque es la imaginación del protagonista. Ellas se van despojando de sus vestidos hasta quedarse en combinaciones blancas como blanca es la pared de la estancia que cobija sus movimientos espasmódicos (la persistencia de éstos puede llegar a cansar), que parecen la representación de la locura misma provocada por la búsqueda; primero de una madre ausente, después de la propia identidad a medio hacer por la falta de amor y el rencor oxidantes.

Juanjo Macías pone el contrapunto a lo irreal. Interpreta a “otra de las madres” entre lo cómico  y lo dramático. Protagoniza una escena de cierta agresividad que simboliza una de esas facetas de delirio del protagonista.

En un momento determinado el narrador entra fugazmente en escena como tomando contacto con su propia mente que él mismo, junto con el espectador que es testigo de sus anhelos, observa desde fuera aferrado a la música como elemento salvador. Sin duda es uno de los puntos fuertes de la obra: la interpretación en directo de Axel Ruiz al violín eléctrico.

En general,  el montaje cuenta con un hilo conductor que cobra el máximo sentido al final de la obra, desborda intensidad y resulta coherente con el lenguaje propio que el Teatro del Velador lleva fraguando desde hace casi dos décadas. Según el autor de HILDEGARD, Juan Dolores Caballero, esta compañía andaluza apuesta por el “arte bruto”, el que surge de muy dentro potenciando incluso “lo feo y el deshecho humano, desafiando los cánones clásicos y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, tal vez como reacción silenciosa al dolor de una sociedad”

Por otro lado, a pesar de la proyección inicial que resumía el argumento, la narración en inglés quizás dificultó la comprensión para algún sector del auditorio. Especialmente para un grupo de espectadores cuyos comentarios al final de la función versaban (entre otras cosas inverosímiles)  en torno a la necesidad de que el actor-bailarín – Juanjo Macías – se hubiera depilado…Aunque esto es solo una anécdota de curiosa impertinente, ¿no es cierto que el sentido del teatro alcanza su plenitud cuando llega a tod@s, sin excepción?

En cualquier caso, un trabajo honesto y recomendable.

Espectáculo: HILDEGARD
Compañía: Teatro del Velador
Autor: Juan Dolores Caballero
Reparto: Bruno Axel Ruiz, Juanjo Macías, Carla de la Fe, María Victoria Díaz, Diana Noriega, Raquel Luque
Duración: 60′
Lugar y fecha: Sala Ambigú (Valladolid), 18 de febrero de 2011

Fuente fotos: Redescena.net