Una vez más se nos citaba de la mano de SON Estrella Galicia en el Berlín Jazz Café para ver un nuevo concierto. Siendo en este local, del cual no me canso de recitar bondades, ya me podía imaginar la sensación de intimidad y cercanía que iba a sentir, lo que no me imaginaba era el grado en el que los californianos Papercuts iban a conseguir florecer esa sensación. Primera visita a nuestro país en una década de carrera, y recemos por que se repitan y sea en las mismas condiciones.
Jason Quever y los suyos llevan bajo el brazo cinco discos largos publicados con los que tejer un soberano setlist y lo aprovecharon de maravilla. Lo habitual suele ser tirar de promoción y dar más importancia al disco que provoca la gira, pero no es el caso porque hubo que esperar hasta el quinto corte para que interpretasen algo de Fading Parade (Sub Pop – 2011), cuando sonó la calmada Chills para que Quever demostrase que su voz también puede ser oscura y misteriosa. Anteriormente nos deleitaron con Once We Walk In The Sunlight y Dear Employee, que abren respectivamente su segundo álbum You Can Have What You Want (Gnomonsong – 2009) y su tercero Can’t Go Back (Gnomosong – 2007). Una gozada señores. Seguramente en una sala menos adecuada y con un público menos respetuoso no sería lo mismo, pero en estas condiciones puedo atestiguar del hipnótico resultado que consiguen, tal que no me di cuenta de lo corto que fue, en apenas una hora ya nos despacharon.
Dicen que los mejores perfumes se guardan en frascos pequeños, y no suele ser aplicable a los conciertos, pero en esta ocasión se puede perdonar lo corto del frasco por la calidad de lo que contenía. Papercuts siguieron desgranando sus últimos álbumes con maravillas como John Brown o Future Primitive, con una infinita delicadeza y suavidad, de la garganta de Quever salía terciopelo. Las canciones más llamativas de su último trabajo sirvieron para dar el toque final: Do What You Will y Do You Really Wanna Know, que además es la que más ritmo trae consigo, y probablemente la mejor canción que han rubricado.
Cierto es que todos ellos resultaron muy tímidos durante todo el espectáculo, y no iba a ser menos en la forma de despedirse. Se fueron prácticamente sin decir nada, y parecía que no iban a volver cuando Jason se subió él solo al escenario y nos regaló un tema a solas con su guitarra, que no se puede comparar con el resto del setlist pero es de agradecer. Un primera vez, esperemos que de muchas más.