19 abril 2024

Era de esperar que Madrid estuviera vacía. Mucha gente empezaba las vacaciones de Semana Santa y ya hay ganas de huir a la playa. Pero fuimos bastantes los que cambiamos las olas del Mediterráneo por una noche de surf pop y garage, concretamente todos los que llenamos la sala Charada el pasado viernes 11 para disfrutar de los conciertos de Terrier y La Luz.

Terrier_charada

Los madrileños Terrier abrirían la noche con una de sus últimas canciones, La Noria, incluida en en el LP Un Cádaver en el mar, de Sonido Muchacho, que fue el principal protagonista del set. David Iñurreta aka Dave Petrone pasó todo el concierto como aguantándose la risa, al modo de un niño pequeño en el día de Reyes. Entre el público, amigos y seguidores le respondíamos con una mirada dulce, la del padre orgulloso que está viendo a su pequeño en el mejor festival de fin de curso. Porque así suenan ellos, naífs pero aventajados.

Inmersos como están en la gira de presentación de su nuevo disco, es de esperar que se superen en cada concierto. Y aún así, resulta difícil de creer que puedan hacerlo aún mejor. En letras como El despertador, tan corta, tan rotunda y tan romántica, con la parte vocal liderada por las chicas, consiguieron que hacia el ecuador del directo ya hubiéramos olvidado todo lo demás y estuviéramos totalmente absorbidos por su música. Fuera de aquí y She cracked, su versión de John Richman, cerraron el turno de unos emocionados Terrier que demostraron funcionar igual de bien en directo que en estudio.

LaLuz_charada

Resultaba difícil ver a las chicas de La Luz sin imaginar una película de Tarantino. Ya no sólo por sus canciones surferas, psicodélicas y con esos toques sesenteros, sino por la presencia de todas y cada una de las chicas del cuarteto de Seattle. Marian Li Pino a la batería era la que más sonreía, dejando para el resto una pose seria y contundente, una extraña mezcla de femme fatale con dulces contoneos. Capitaneadas por Shana Cleveland, las canciones instrumentales como Sunstroke demostraron el buen hacer de estas chicas que consiguieron meterse a hombres y mujeres en el bolsillo. Sí, son algo más que cuatro caras bonitas y, como bien se había leído ya por Internet, encima del escenario tienen una conexión que muchos de nosotros conoceremos como simbiosis.

En medio de tanta dulzura sobre el escenario, Alice Sandhal puso el toque divertido abandonando el teclado para cumplir su sueño de hacer crowdsurfing, aunque algo fallido. Si hace años una ardilla podía recorrer toda España de árbol en árbol, el llenazo de Charada debería haberle permitido llegar hasta la puerta. Pero parece que el público era de brazo frágil.

Capaces de cuadrar los “hey!” de Sure as Spring con solo una mirada, La Luz rompieron cuellos y caderas con canciones como All the time o Morning High, y no por ser especialmente movidas, sino por trasladar sabiamente al público esa sensualidad que desprenden sus canciones. Lo que esperábamos: para un concierto de La Luz hay que calentar antes de salir de casa. Y oigan, qué gusto da cuando un hype lo es con razón. Cumplieron, y de largo, las expectativas de una sala Charada llena hasta reventar, haciendo callar incluso a aquellos que al principio se hartaron de gritar.