23 abril 2024
A sus 80 años, Donna, quien decía que “no creía volver a tener fuerzas para subirse a un escenario”, visitó la ciudad de Valladolid (17 años después de su última actuación) en un concierto soso, pobre, y excesivamente fácil.

Es cierto que cuando vas a un concierto compuesto por standars de jazz, sabes a lo que te enfrentas y, en principio la cosa siempre pinta bien, pues quien más o quien menos nos sabemos de oídas canciones como “The Lady is a tramp”, “Cheek to Cheek”, etc. pero la desilusión llega cuando, acompañada por un sosísimo cuarteto compuesto por Román Filiú al saxo alto, Yelsy Heredia al contrabajo y Noah Shaye a la batería, dirigidos por el “maestro” Horacio Icasto al piano, los temas sonaban planos, presentando apenas variaciones con respecto a los originales. Los (escasísimos) solos del grupo eran más bien pobres, sobre todo los del saxo (pésimos y sin fuerza), descoordinandose e incluso cortándose entre ellos a la mitad. Tampoco les hizo un favor la localización, pues la acústica del de patio San Benito es más bien mala.

Lo mejor, sin duda, fue la voz de Donna que, aunque ya mayor sigue teniendo una gran fuerza y coloreó todos los temas amenizando al público entre tema y tema con inentendibles palabras que, aunque se agradece el esfuerzo, podría haber entonado en su idioma natal y nos hubiéramos enterado más de las bromas y anécdotas que nos contaba.

“Willow wait for me”, “Like Someone in love”, incluso el blues “Please send me someone to love” con arreglos de su amigo Pedri Iturralde siguieron sonando en la noche, aunque de entre todos los standars de la noche destacaría una movida versión al más puro estilo iglesia baptista del famoso tema gospel “Amazing Grace” con el que consiguió que el tímido público se uniera con palmas a este excelente tema gospel recibiendo con ello el aplauso más clamoroso de la noche, tras el que volvió para cantar a capella, un tema de su amiga argentina Diana María Linkletter, “Para ti”.

En definitiva, un concierto correcto, pero poco más…