Fontaines D.C. materializan su ‘Romance’ en un Wizink Center enamorado por la propuesta de los irlandeses
Si tú también acudiste el sábado al Wizink Center seguirás madurando si ese concierto que los Fontaines D.C. no será el punto de inflexión necesario para catapultar a una banda de culto a un necesario relevo intergeneracional. Una bisagra entre los amantes del pop más british, del post-punk mutado por el spoken word, del rock de guitarras afiladas, todo servido con la crudeza que la poesía que desprende Grian Chatten y una banda totalmente engrasada aturdiendo y zarandeando a su antojo a la multitud.
Es evidente el crecimiento desde su anterior paso por La Riviera, a reventar, hace un par de años, y que meses después vivíamos en un Primavera Sound en el que el horario de tarde hacía llegar a hordas de fans de los dublineses al recinto del forum, mares de adictos al estilo de los irlandeses, que una vez más llegaron también a Madrid este fin de semana. Y es que los aledaños del Wizink se diversificaban con público de toda índole, desde el veinteañero que ha visto inundado por un corazón de neón sus playlists del año hasta el melómano que peina canas y que veía en los chavales el relevo a bandas como Oasis, The Stone Roses, Pixies, The Smiths o Blur, todo bajo el prisma correspondiente, obviamente. Madrid ya perfilado como uno de los principales destinos a los que venir a ver un directo internacional, británicos, irlandeses, franceses se acumulaban en la pista en comunión con visitantes de toda la Península, lo que une la música no lo une nadie.
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Si de algo estamos seguros es que el quinteto ha hecho lo que le ha dado la real gana, porque puede y porque quiere, porque lo hace muy bien, porque aunar en un disco influencias que van de los mencionados anteriormente a una amalgama de referencias que pueden pasar por el lado gótico de Depeche Mode o The Sisters of Mercy, ese shoegaze reposado que nos trae a Ride o a Slowdive a la mente, o el rock clásico de Thin Lizzy incluso el pop luminoso que se antoja al final del camino, una suerte de nuevos románticos en los que el idealismo sigue presente incluso en los tiempos más oscuros. Todas estas referencias, así como ese punch de rodar gira con bandas como los Arctic Monkeys, se sintieron de una manera u otra el pasado sábado en el Wizink Center, rozando el soldout y pronosticando un mayor aforo para próximas ocasiones, por descontado.
Desde la bajada del telón al ritmo de ‘Romance‘ pudimos encontrarnos a una banda que cree en si misma, que sabe que ejecutar una discografía en constante evolución merece ciertos sacrificios (en forma de sus primeros discos), pero que quizá el recorrido vuelva a parar por estaciones pasadas en un futuro cercano, pero el momento de ejecutar su cuarto LP con valentía y con sus tempos era este. Catarsis, locura y amor, que si no es el romance, una mezcla de ambas, como bien transcurre en todo su discurso. Acordes reconocidos, efusividad, ‘Jackie Down The Line‘, ‘Televised Mind’, ‘Roman Holiday’, no salimos de esa bendita atmósfera de radiante oscuridad. Pronto volvemos a meternos en el universo romántico, en ese corazón mutado, alucinógeno, suenan unos pixies rejuvenecidos en ‘Death Kink‘, acometen con la vertiginosa ‘A Hero´s Death‘, el público agradece un acelerón, pero la banda va con su tiempo, se permite parar el tiempo necesario entre canciones para asimilar, para depurar o simplemente para observar. ‘Here’s the thing’, ‘Bug’, dos de los grandes momentos del disco van saliendo a la palestra, ese toquecito de James Ford es llevado al directo, sacan electrónica y shoegaze, sacan ese hip-hop a fuego lento, sacan su punk sosegado y encaran con ‘Nabokov’, ‘Boys In The Better Land’ o ‘Favourite‘ un final cercano.
‘In The Modern World’, ‘I Love You’ y ‘Starbuster’ son espetadas con la plena confianza del que deja un show en lo más alto, con toda la energía en la pista, levantando el puño al son de ‘I’m gon’ hit your business if it’s momentary blissness’. Tiempo al tiempo, pero quizás esta noche tuvo sentido ese verso que rezaba que la noche pertenece a los que aman, sentimiento mutuo, un match atemporal el que se han marcado doblemente los Fontaines, en manera física y en un show en vivo del que muchos por descontado beberán para crecer como los de Dublín.
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