24 abril 2024

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Dicen que cuando un espectáculo comienza bien, termina bien y eso sería lo que tuvo en la cabeza el señor Pérez de la Fuente con la potente entrada. El ambiente sonoro comienza con vítores al rey y voces antes incluso de apagar las luces de sala, que se van desvaneciendo progresivamente ante la ligera confusión del público. Tras un tremendo estruendo se hace la luz sobre una nube de humo donde se distinguen figuras humanas animalizadas mediante gestos y rugidos. En una lucha coreografiada con las fieras, Clarín y Rosaura comienzan sus versos con la intensidad que la disputa les brinda, o al menos esa fue la intención ya que Ana Caleya, en el papel de Rosaura se queda un poco corta de pasión, no así como la ganial actuación de Daniel Huarte como el personaje que aún en esta situación ya se descubre cómico: Clarín. Una vez que las fieras abandonan la escena, persisten los movimientos muy coreografiados, juegan con la luz de una linterna para transmitirnos el paisaje desolador y frío que sufren nuestros personajes.

Con el lamento de Segismundo, interpretado por un magnífico Fernando Cayo, que se encuentra en la torre podemos ver ya la escenografía completa constituída por varias columnas a cada lado, que pronto veremos que, según como estén giradas, representarán la torre o el palacio. Escenografía sobria acorde con el atuendo atemporal, o contemporáneo que visten los personajes.

El monólogo de Segismundo se convierte en un ejercicio actoral donde se juega con la idea de una ficticia cadena para exprimir la represión de Segismundo, que avanza hacia proscenio lentamente mientras recita los versos al son de unos movimientos totalmente plásticos que, acompañados de ciertos gestos animales, convirtieron la escena en un acto visceral y excitante que constituyó la mejor parte de la obra. Avanza así el carácter salvaje y bárbaro que va a mostrar Segismundo durante toda la obra en la que le veremos protagonizar actos dignos de los más irracionales animales.

Clotaldo, interpretado por Jesús Ruymán, comienza con una interpretación estilizada en demasía, consecuencia quizá de un atuendo muy post-apocalíptico que le tapa la cara, pero alcanza el equilibrio en sucesiones apariciones, demostrando su gran presencia y experiencia sobre las tablas. Chete Lera como Basilio convierte el verso barroco en prosa, en el sentido que hace inteligible su mensaje mejor que ningún otro personaje, aunque también hay que valorar que sus situaciones son más tranquilas y narradas que las de cualquiera. Los personajes de Astolfo y Estrella van vinculados cada vez que aparecen a ciertos movimientos también muy coreografiados simbolizando ese baile de conveniencias y de poder que se traen entre manos. Discurren entre las columnas a distintos ritmos y en distintos de su parlamento.

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Son muy recurrentes en este montaje los movimientos coreografiados, en ocasiones los soldados y criados hacen las veces de cuerpo de baile, lo cual aporta un ritmo en ocasiones, en otras plasticidad, en otras ayuda a la interpretación del actor.

Momento clave en la obra es el discurso de Segismundo a la corte de Polonia en el que baja hasta el público e incluso acaricia el pelo de una aterrorizada espectadora, envuelto por el sonido que surgía de la parte trasera del teatro con vítores y voces al igual que al principio de la obra.

El espacio sonoro de la obra está en perfecta concordancia con el concepto general del espectáculo. Utiliza voces graves y masculinas para los vítores y para la música vocal contemporánea que se introduce en distintos momentos de la obra. Es música fría y a la vez intensa.

LA VIDA ES SUEÑO
COMPAÑÍA SIGLO DE ORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID
DIRECCIÓN: Juan Carlos Pérez de la Fuente
04/10/09 Teatro Calderón (Valladolid)

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