
Cuando ya pensábamos que las únicas fiestas que podríamos exprimirle a un crepuscular 2024 serían esas entrañables reuniones navideñas, con frecuencia más tóxicas que lisérgicas, aterrizaron con su avioneta Los Mejillones Tigre en La Latina madrileña, empapando El Sótano Club en su salsa tropical y salvaje.
Llegaba el sexteto jiennense para presentar su último EP “LSD”, una nueva vuelta de tuerca en su búsqueda del cóctel perfecto con base de psicocumbia y garage.
Sonido compacto y envolvente en la coqueta sala madrileña, pequeña pero acogedora como una sala de estar, con el público casi encima de la banda (aunque al final, fueron Ramón del Alambre y sus maracas los que acabaron sobre ellos).
Con el respetable ya convenientemente remojado en pacharán, una suerte de bautizo ineludible en todas y cada uno de las funciones mejilloneras, emprendieron los ritmos paroxísticos y caribeños, propios del “Voodoo”, y con ellos el sudor, la lujuria y el contoneo.
Comenzaron los Mejis a repartir su amor con 3 temas de su primer álbum, que un servidor posee orgullosamente en vinilo verde oliva. Y, tras mordernos el corazón a ritmo de badabadaba, evolucionaron hacia temas más modernos. Sin embargo, no fue hasta la 7ª canción cuando abrieron la lata que habíamos venido a degustar, que ha ido fermentando durante todo 2024 y pronto, esperamos, dará forma y fondo a su nuevo LP.
“Cumbia Venenosa”, de bailoteo Indie e indispensable; “No Dices Ni Mu”, fresquísimo y elegante verso libre que, sorprendentemente, nos recuerda a Los Brincos, Los Salvajes o, incluso, a los primeros Doctor Explosion; y “El Brujo”, son algunos de sus nuevos trabajos, que nos parecen más maduros y elaborados, con muchos más matices y referencias, con arreglos redondos y complejos. Parece que los bivalvos andaluces se abren cada vez más a sus influencias y fetiches, dejando que el guiso cocine a fuego lento tonadas mestizas y vibrantes que, lejos de desentonar, tienen un sentido enorme.
Mención especial para “LSD”, tema central y objeto del evento, con cálidos vientos (casi funkis), singulares arreglos, con organillo y wah wah, y hasta algún guiño a Pony Bravo. No hay duda: ¡esto va a ser un melocotonazo!
Por lo demás, disfrutamos gozosamente los pelotazos ya habituales, como la “Cumbia de Pascual” y su motillo (parte meteorológico latinero incluido), “Mejillón Tigre” (mutación yeyé), “Destruye al Influencer” (tortazo de Bud Spencer) y “Apocalipsis Zombie”, entre otros. Y el personal casi enloqueció, con amago de pogo incluido, por la influencia de nuestro señor “Satán” que, en realidad, el pobre, lo único que quiere es un poco de amor…
Como siempre, puso fin a la velada la “Danza del Pacharán”, colofón inevitable y catártico, comunión entre concurrencia y grupo, regado por tan prodigioso elixir ibérico, por el que damos gracias a la Pachamama, que nos da endrinas y, sobre todo, nos regala a veces bandas tan geniales, divertidas, originales y sin complejos, como Los Mejillones Tigre.
ewbxni
e4d5eq
73lqp0