25 abril 2024

 

A mi me gana la belleza. Quizás por ello, “Atlas” el tercer disco de Real Estate, publicado a través del sello Domino, me ha cautivado rápidamente.

Grabado en The Loft, el estudio que Wilco posee en Chicago, con el productor Tom Schlick (Rufus Wainwraight, Low), el último álbum de la banda de New Jersey rezuma delicadeza en todas y cada una de sus diez canciones. Guitarras clásicas, inmortales, bañadas en una mezcolanza de beldad y melancolía, tan fructíferas en las manos de Matt Mondanile como consonantes con la voz de Martin Courtney, la combinación perfecta para obtener un resultado sublime.

 

real estate

 

Como si de un viaje se tratara, el trio formado por Martin Courtney, Matt Mondanile y Alex Bleeker (respaldados esta vez por Jackson Pollis -batería- y Matt Kallman -teclados-)  son capaces de hacernos atravesar bosques vestidos de otoño, acantilados bañados por el ocaso, jardines colmados de flores a punto de brotar, usando tan solo delicados arreglos y la complicidad entre las seis cuerdas de Mondanile y la voz de Courtney. Para zambullirnos en esta travesía, las letras se tiñen de referencias a la naturaleza, horizontes y paisajes que disfrutamos a través de la ventanilla de un automóvil imaginario.

Ellos mismos parecen sumergidos en su propio éxodo desde la desaliñada juventud hacia una edad adulta con retoños de por medio. “I can not come back to this neighbourhood with out feeling my own age” canta Courtney en “Past Lives” y, tres canciones más allá, las letras se tornan funestas “I don’t wanna die lonely and uptight“.

El encanto de “Atlas” reside en todos esos pequeños detalles que se esconden en temas como “Had to Hear”, “Talking Backwards”, “April’s song”, “Crime” o “Primitive”, pequeñas perlas de un trabajo tan bello que es imposible no sucumbir ante él.

 

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