28 marzo 2024

18El ciclo 365 Jazz Bilbao sigue su andadura con paso firme tras el verano y, así, tras la actuación de Cleveland Watkiss a la que no pudimos asistir, el pasado día 5 de noviembre dirigimos nuestros pasos al estupendo, por sonoridad y comodidad, Teatro Campos Eliseos donde iban a desgranar su repertorio Medeski Martin & Wood. Veteranos del circuito europeo y americano, el trío surfea las corrientes más innovadoras del jazz con ejercicios de improvisación, atavismos varios y grandes dosis de originalidad.

Con el teatro rozando el lleno y un público transversal en el que se dio cita mucha juventud, el trío desgranó durante 80 minutos jazz del siglo XXI, de sonoridad plena, vericuetos musicales intrincados y mucho más fluído que en sus rodajas digitales, ahítas de experimentación. No en vano son sensación en multitud de eventos más rock, como el que les llevó hace pocas fechas a telonear a Wilko, aun y cuando no se les reconoce esta categoría “por no llevar guitarra” tal y como reconoce el propio grupo. Pero será porque no cabe entre tanto teclado; y es que John Medeski se rodea de piano de cola Steinway & Sons, órgano Hammond, sintetizador Moog y una suerte de teclado accionado por el soplido del protagonista (lo siento, no tengo ni idea de cual es su denominación), amén de teclados varios.

Con estos mimbres y con cinco minutos de retraso se presentaron los oficiantes para ejecutar una “Walk black” que comenzó mística y que, durante 16 minutos, se permitió paseos por el hiphop más progresivo, con el teclado de Medeski sutil y con promontorios tribales a cargo de Martin a las percusiones más variopintas. La improvisación tuvo su cabida, los músicos se interconectaban  y, sin excederse en el onanismo musical, deambularon por lugares mucho más comunes que los que se pueden detectar en su discografía. A ratos picaron en el estándar jazz con atisbos de bop vanguardista (en el bis), se mecieron en el ritmo de las calles, con nosotros cabeceando sin darnos cuenta, en “Shacklyn Knights”, e imprimieron groove a su propuesta con teclados orgánicos.01

Su show adopta distintos perfiles, se imbrica en lo clásico con el piano cool de “Think” para, a mitad de canción, tornarse en torrente caustico, con Medeski aporreando las teclas, sacando sonidos que arañan, procedentes de las tripas del recio instrumento, al que maltrató tirando, pellizcando las cuerdas interiores. Las canciones no parecen tener principio, ni final, enlazándose con solos correosos de batería y contrabajo, finiquitando el concierto con “Amish Pintxos” (¿tendrá algo que ver con lo que se cocina por estos lares?), un torbellino sonoro de raíz rock que mutó en ruidismo aceptable con Medeski sacando sonidos imposibles de su teclado.

Sigue su marcha imparable el 365 Jazz Bilbao y, si mantiene su propuesta de calidad, ¡que siga muchos años!

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