24 abril 2024
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El Festival de Cap Roig arrancó con el mes de Agosto en su jornada mas alternativa. Y es que el evento estival de Calella de Palafrugell está centrado hacia un público pudiente mainstream. Así, este verano han desfilado por el escenario del Castillo del Cap Roig gente como  Rod Stewart, Status Quo, Amaral, Sergio Dalma o The Corrs.
En este contexto y en un inmejorable y frondoso  entorno frente al mar, los más acérrimos fans del dúo noruego se juntaron con el pijerío mas aborrecido que se dejó caer por el lugar sin conocer a los protagonistas del show que iban a ver.
Tras una rápida cena en la glamurosa zona lunche, Joan Dausà abrió la velada solo y a la guitarra para “aprovechar los 20 minutos” que tenía y demostrar su simpatía y tablas con el público al que contó su actual proyecto de revisar su cancionero traducido al inglés. Fue de este modo como su vozarrón y entrega dejaron caer cinco temas anglosajones al son de una acústica que sonaba muy depurada y cercana. Según contó Joan era la primera vez que interpretaba estas canciones en inglés ante su gente tras haberlo hecho antes en Inglaterra e Irlanda. Fue de este modo como salieron los “nuevos temas” los poderosos  ” Talking about you and me”, ” Leave me here for ever” o la favorita de su padre “The beautiful song” que reflexiona sobre la muerte. También tuvo tiempo de saludar a su profesor de inglés presente, un tal Eddie Murphy,  contar que aunque muchos de sus temas son tristes él es una persona alegre y bromear con el técnico de luces por la potencia de sus efectos. La fugaz actuación terminó con ” I never ever” (“Jo mai mai ” en la original) y ” Call me”.
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Un interesante y breve concierto de un prometedor cantautor catalán que intenta abrirse fronteras. Talento no le falta.
Después de cinco minutos de parón, llegó el plato principal de la velada con Kings Of Convenience. El dueto de Bergen (Noruega) formado por Erlend Øye  – el de las gafas – y Eirik Glambek Bøe, con tan solo tres discos de estudio desde principios de milenio se han hecho un nombre en el panorama indie a través de su folk-pop con influencias de otros géneros (bossa-nova, música barroca, synth pop,…). Con un set minimalista dispuesto para los dos guitarristas, los dos cuarentones nórdicos se adentraron sigilosamente al escenario para presentarse tímidamente con un escueto ” somos Kings Of Convenience y venimos de Bergen, Noruega”. Ya de seguida un plato fuerte con la melancólica “Winning A Battle Losing The War”, preciosa y delicada, quedó harmonizada con el cálido anochecer mediterráneo. Luego la siguió “Toxic Girl”, también del disco “Quiet Is The New Loud” de 2001. Para la siguiente, “Singing Softly To Me” comenzaron las primeras conexiones con el público cuando invitaron entre bromas a chasquear los dedos con el fin de marcar el ritmo.
Tras ella, el directo comenzó con dinámicas perezosas, hasta que en la recta final despegó gracias a grandes temas y al carisma y simpatía del dueto en cuestión. A destacar el sentido de humor de Erlend que gracias a su gesticulación teatral, bailes histriónicos y chistes, que animaron a una audiencia que acabó muy entretenida, a pesar del immobilismo de su compañero Erlik.
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Con ello, llegó la bossa-nova de “24-25”, “Know How” y “Mrs. Cold” (fabulosa la sudadera que vendían con los logos de Mr. y Mrs. Cold en el puesto de mercadotecnia). También la coreada “Boat Behind” o las estupendas “Misread” y “I’ d Rathee Dance With You”, con todos los allí presentes puestos de pie bailoteando al son del mini piano y de la guitarra.
 Para los bises la joya de la corona, la sensacional “Homesick”, un tema que no solo tiene los ingredientes de SImon & Garfunkel – guitarras, segundas voces y melodía – sinó que también lleva algo de magia de aquellos. Y el cierre, con “Little Kids” que cumplió perfectamente con su papel de fin de fiesta.
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En cuanto el show terminó, el dúo se acercó a la mesa de merchandising a firmar camisetas y libros, y a hablar con los fans, con un Erlend que se atrevió a bailar durante un buen rato entre ellos. Una nota curiosa para rubricar el buen sabor de boca con el que abandonamos el bucólico lugar costero.