24 abril 2024

 

ravi_coltrane_photo_larrypas_01El ciclo 365 Jazz Bilbao sigue su andadura con brío y el pasado 30 de abril programó a Ravi Coltrane. Hijo de un mito pero no lastrado por el mismo, presentó su propuesta en formato quinteto ante un abarrotado Teatro Campos, perfecto escenario por la respuesta acústica y por la comodidad de visionado. Baqueteado en mil batallas, inició su andadura en combos estilosos para acabar desarrollando sus instintos en una música imbuida en el estilo del padre pero con personalidad propia. Su carrera le llevó del bebop más poderoso al pop de guitarras no en vano colaboró con Santana, pasando por casi todos los reyes del jazz (McCoy Tyner, Marsalis,…) y acabando con Joe Lovano, maestro del saxo , como productor. Fundador de su propia compañía (RKM Music), su último disco “Spirit fiction” data del año pasado.
Con estos precedentes Coltrane se presentó puntual a su cita con Bilbao y durante 110 minutos sopló con tino, se imbricó con sus acompañantes y permitió su lucimiento durante muchas partes del concierto. Compuesto por temas largos, su show principió clásico en una suite de veinte minutos cercanos al free-jazz, con la trompeta campando a sus anchas al principio, el saxo entrando pletórico, breves retazos de piano y un batería sutil a las escobillas. A veces pelín indigesto y de sonoridad caústica, el saxo de Coltrane sonó sincopado en gradaciones poco sutiles de hard bop para reptar después por notas cada vez más minimalistas. Y el respetable le brindó una ovación de aupa que él agradeció comedido.
Y es que habíamos acudido a presenciar jazz y eso fue lo que ofreció el quinteto a manos llenas, con improvisaciones cool y temas de largo desarrollo por los que podían surcar fluídos todos los instrumentos, pero que en ningún momento resultaron tediosos, manteniendo la tensión.
Así, tras ese primer tema volvieron gradaciones swing al piano, con el contrabajo enganchado al ritmo, el trompetista ensimismado (cursó gran parte del concierto con los ojos cerrados cuando no era su turno) y la estrella entrando y saliendo del tema para dar paso, muchas veces a sus secuaces. Su estilo se entronca con la tradición jazz aun dando paso a baladas cool en “Word order”, a temas de atmósfera tensionada y a intros minimalista con el saxo destilando notas con tino, pero sin dar ni una de más. Ofreciendo jazz de perfil comercial bajo, Ravi Coltrane se ganó al público bilbaíno, por calidad, propuesta y perfecta ejecución. Todo ello remarcable en una pletórica adaptación de un tema de Thelonious Monk que sonó vertiginoso y en la que el batería se lució en un solo demasiado largo para el que esto teclea (todavía me resultan indigestos, aunque cada vez soy más receptivo a los solos de batería jazzys; será la edad). ravi_coltrane_photo_larrypas_02
Un concierto granítico que, al final, en el bis encumbró a la banda cuando se acercó más a los cánones más clásicos del jazz, con swing espasmódico, ritmos frenéticos y todos los instrumentos dando lo mejor de si mismos.

Disfrutamos de un buen concierto y esperamos ya con ansia el siguiente, Tom Harrell. Seis eurillos tienen la culpa

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