Crónica Sonorama ’09: Jueves

“Un festival de verdad” era la frase con la que este año se promocionaba el Sonorama Ribera, Sonorama Heineken, Sonorama -el de Aranda de Duero- o el festival ese que coincide con todas las fiestas grandes de todos los pueblos, las del 15 de agosto.

Este lema, además de hacernos pensar si los demás festivales son de cartón piedra, reivindica esa faceta que tan bien vende este festival: la de un evento no prefabricado en el que hay buen ambiente, no te sientes como un borrego consumidor entre la muchedumbre y estar como público no es una experiencia agobiante en la que la masificación te permite ver un trozo de la cabeza de uno de los miembros del grupo mientras está actuando.
El eslogan no ha sido elegido casualmente para esta edición, después de doce citas el festival ha crecido tanto (27.000 espectadores este año según Javier Ajenjo, director del festival) que esa imagen de evento familiar ya no es sostenible, y no debería serlo porque no sólo es el evento de música nacional para españoles más grande de la región sino un referente en el ámbito estatal que, a pesar de que siempre hay cosas por mejorar (sobretodo las lamentables instalaciones del camping), ha sabido crecer y mantenerse fiel a la idea inicial: poder oír sin agobios una selección de lo destacado en música de aquí, con algún clásico y de regalo algún grupo internacional, teniendo más o menos acierto a la hora de componer este cartel.

Todo comenzó el Jueves, que este año por cartel parecía ser también uno de los días grandes como Viernes o Sabado y nada de una fiesta de presentación, además con entrada gratuita: todo un acierto para atraer a la gente y mostrarles cómo sería en días posteriores.

Le Punk fueron uno de los primeros grupos en dar la nota y demostraron que en el rock caben todo tipo de experimentos que lo enriquecen sin hacerle perder su autenticidad. Presentaron buena parte de su último disco y pudimos ver esa particular forma de utilizar elementos como el swing, el cabaret, el tango o las músicas balcánicas para trasladar al público a ambientes nocturnos y humeantes en los que nos encontramos curiosos personajes, amistades, reivindicaciones,… todo a un ritmo desenfrenado y vivaz que animo a moverse al poco publico congregado por la temprana hora.

Con el ánimo caldeado y muchas ganas de ritmo quizás la actuación de Christina Rosenvinge no era la adecuada para el ambiente, aunque la pálida señorita sea apuesta segura para un buen concierto -sobretodo con su último disco más luminoso y menos ‘barroco’-. Predominaron temas de ‘Tu labio superior’, como la genial ‘Las Horas’ o ‘La distancia adecuada’, y se acordó de su etapa anterior con ‘Liar To Love’ en un concierto muy correcto que nos dejó con ganas de ver de nuevo en sala pequeña a esta diva, que es donde consigue transmitirnos mucho mejor esa fragilidad e intimismo del que esta cargada su voz y el fondo de sus mejores canciones.

Otra de las razones que hicieron al jueves era un día tan grande como cualquier otro fue que entre Rosenvinge y Sr. Chinarro actuó un grupo cuyos conciertos entran siempre en el podio de los mejores grupos de directo españoles. Nudozurdo se centraron en el Sintética y nos hundieron en una espiral de ruido hipnótico, aupando y reinterpretando las canciones del disco al extremo más oscuro con el que alcanzaron un post-rock rotundo en el que los desarrollos instrumentales, feedback, efectos de guitarras e incluso la personal forma de interpretar la voz llevaron al publico a un éxtasis arrollador demostrando nuevamente porque estos sólidos músicos van a ser unos grandes.

Y de unos que serán a uno que ya es: Sr. Chinarro, por méritos incontestables, es uno de los grandes de la primera generación del indie español. Y puede que desde fuera, para aquellos irreductibles galos que no le prestan la atención suficiente, Antonio Luque -el responsable de todo- parezca un cantautor más con sus canciones de cantautor, sus brillantes letras de cantautor y su banda de acompañamiento de cantautor para que todo aquello suene como esos grupos ingleses que le inspiran, véase The Cure, Echo and the Bunnymen o New Order, pero resulta que el andaluz tiene una de las mejores y más emocionantes colecciones de canciones para convencer de primeras y hacer disfrutar enormemente a chinarristas (fanáticos de la banda, entre los que nos encontramos). Y sin ser su mejor concierto, el vino de la ribera dejó atrás timideces y rubores para mostrar a un demasiado cómico Luque con más bien poca gracia entre canción y canción, su interpretación no se vio afectada y consiguió emocionarnos a todos desde los primeros acordes del ‘Esplendor en la hierba’ hasta el apoteósico final con el subidón de ‘Los Ángeles’.
Entre medias hubo tiempo para jugar a recordar un ‘Cadillac solitario‘ de Loquillo y Trogloditas -unos que iban a venir-, darnos mucha melodía con la acústica en la mano repasando el ‘Ronroneando’ (‘Tímidos’, ‘Amores reñidos’, ‘El Gran Poder’) y recordar frenéticamente ‘Del montón’, ‘El rayo Verde’ o la oscura ‘El lejano oeste’.

Si te perdiste alguno de los conciertos, podrás ver en Valladolid a Nudozurdo el próximo 10 de Septiembre y a Christina Rosenvinge el 7 de Noviembre.